Los periodistas de guerra Patrícia Simón, Maite Carrasco y Ricard García hablan del miedo y dolor en las trincheras en la decimotercera jornada de viajes, comunicación y aventura de la UAB. Este lunes 25 de noviembre, la Facultad de Comunicación de la UAB, la Universitat Autònoma de Barcelona, ha organizado la decimoséptima jornada de viajes, comunicación y aventura en el Aula Magna.
🗣️TRINCHERAS, PERIODISMO Y MEDIO con con Mayte Carrasco, Patricia Simón Carrasco y Ricard García.
— The UAB Times (@theuabtimes) November 25, 2024
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La jornada, titulada «Contar el dolor: enfrentar la vida», ha tenido como temas principales el dolor y el miedo, y los periodistas que han participado en la jornada, como Martín Caparrós, han apelado a estos temas a lo largo de la mañana. ¿Cómo lidian con el dolor los periodistas invitados? ¿Cuál es la mejor manera de comunicar el dolor ajeno? ¿Y el suyo propio?
«¿Dónde está el límite? Muchas veces me pregunto, a la hora de publicar la imagen de un hombre muerto, si yo fuera el protagonista de la imagen, ¿querría que mi familia la viera?»
Trincheras, periodismo y miedo han sido unas de las sesiones de la jornada. Moderada por Jesús Martínez, periodista y profesor de la universidad, quien ha dado paso a las voces y reflexiones de los periodistas de la sesión: Mayte Carrasco, reportera de guerra, Ricard García, fotoperiodista de conflictos y crisis humanitarias y la reportera internacional Patricia Simón. En esta sesión en concreto, la empatía también ha sido uno de los temas principales. ¿Hasta qué punto empatizan con las personas e historias que cuentan, o se ponen una coraza para hacer mejor su trabajo? Ricard García, quien ha cubierto prácticamente toda la guerra de Síria, afirma que antes que periodista, hay que ser persona, y tener en cuenta que estás trabajando con humanos y su dolor. “¿Dónde está el límite? Muchas veces me pregunto, a la hora de publicar la imagen de un hombre muerto, si yo fuera el protagonista de la imagen, ¿querría que mi familia la viera?”
García asegura, es consciente de que existe una doble moralidad entre «nuestros muertos» y «sus muertos». No tenemos ningún problema en publicar imágenes de personas y niños fallecidos que están lejos de nosotros, Oriente Medio, África… la famosa fotografía del niño ahogado en una playa de Siria, por ejemplo. En cambio, cuando las víctimas son de aquí, nos cuesta mucho más. Por otro lado, Patrícia Simón, ve la empatía como una herramienta de trabajo más en el ejercicio del periodismo. La información dolorosa nos atraviesa, nos causa angustia, y eso hace que tengamos un relato que contar.
En el oficio del reportero de guerra, el dolor y el miedo son dos sentimientos imperativos e incondicionales, que están presentes en su día a día de forma irremediable; sin embargo, cada reportero tiene un escudo que les protege de estos. Ambos coinciden en que el miedo es controlable cuando tienes un objetivo; el objetivo de contar la verdad te aleja un poco del miedo, pero también existen otros, que no son tan románticos como este último, pero que te blindan del miedo. Mayte Carrasco, quién también es fundadora de la productora de documentales «The Big Story Films», ha confesado que, sobre todo al principio de su carrera como freelance, «la obsesión por conseguir cosas importantes, hacerme un nombre, firmar un contrato, me reducía la sensación de miedo cuando me encontraba en medio de una guerra«.
«La conexión con las personas con las que trabajamos, el darles la oportunidad de contar su historia, me blinda del miedo»
Así mismo, otro mecanismo ante el miedo es el agradecimiento: somos capaces de convertir lo que hacemos en algo de provecho, que puede servir para contar la historia de la gente que está sufriendo, y que en el otro lado del mundo, si no fuera por nuestro trabajo, no se sabría, ni se podría hacer algo para cambiarlo. Hay que estar agradecido cuando los periodistas son capaces de conocer a personas maravillosas, con historias increíbles, que les preguntas algo y te responden, y, además, agradecen que te intereses por ellos. Cabe ser consciente de que no todos los periodistas pueden hacerlo. Por motivos económicos , por ejemplo, no tienen la misma libertad y capacidad para hacerlo. «La conexión con las personas con las que trabajamos, el darles la oportunidad de contar su historia, me blinda del miedo», añade Simón.
El miedo y el peligro aumenta cuando el reportero de guerra es freelance, ya que no está respaldado por ningún medio, y no cuenta con protección de ningún tipo. Actualmente, la situación del freelance ha empeorado y cada vez es más caro trabajar en las zonas de conflicto. En Siria han llegado a pedir entre 100 dólares al día por persona, lo que para un freelance es, prácticamente, imposible. Burocráticamente también es cada vez más complicado; las últimas actualizaciones en cuanto a permisos te prohíben trabajar si no has conseguido una licencia que te proporciona un coche que te lleva a todos los sitios del territorio, y que te controla, obviamente. Por otro lado, debes pertenecer a un gran medio y te piden un mínimo de publicaciones mensuales. La situación es insostenible.