Starbucks: de pagar por calidad a pagar por marca

Carla Gómez, David López, Júlia Llanas, Lidia Llamas y Adriana Laguía

El café ha sido históricamente un símbolo de comunidad y tradición. Sin embargo, en las últimas décadas, las grandes cadenas internacionales han transformado su consumo, dejando de lado la importancia de su calidad y su implicación social y cultural, y convirtiéndolo en un símbolo de estatus y estilo de vida.

Esta transformación ha desplazado tanto la calidad como el respeto por el origen del producto. Potenciada por las redes sociales, esta estrategia ha llevado a que muchos consumidores reconozcan el atractivo de las marcas.

«Al principio, lo que me atraía de Starbucks era la marca. Al fin y al cabo, todos la reconocemos de manera directa o indirecta»

Tito Cortés, consumidor recurrente de café

Frente a esta tendencia, las cafeterías de especialidad han surgido como una alternativa que reivindica la autenticidad y promueve un consumo más consciente.

MUCHO MÁS QUE UN CAFÉ

Starbucks ha revolucionado la forma en que percibimos el café, transformándolo en un símbolo de estatus y exclusividad. Sus locales no solo ofrecen una bebida, sino una experiencia completa que invita a sus clientes a quedarse, trabajar y socializar. A través de estrategias de marketing innovadoras y un diseño de espacios acogedores, Starbucks ha creado una comunidad leal y comprometida. Su programa de fidelización, Starbucks Rewards, y su presencia en redes sociales han sido fundamentales para mantener esta conexión con los clientes. Además, productos icónicos como el frapuccino y su variado merchandising refuerzan la identidad de la marca

Adriana Laguía, extrabajadora de Starbucks, reflexiona sobre la importancia que le dan sus clientes al merchandising. Menciona que es de las características principales de Starbucks, habiendo clientes que lo coleccionan, y cuando van a la tienda, si ven que hay nuevo merchandising que no tienen, se llevan tres o cuatro cosas en un mismo día.

CAMBIO DE ESPACIOS CULTURALES

Las cafeterías siempre han sido mucho más que simples lugares donde tomar café. Durante siglos, han sido auténticos espacios de encuentro y cultura, donde se compartían ideas, se gestaban movimientos sociales y se forjaban conexiones humanas. Estos lugares eran el corazón de la vida social y cultural urbana, un reflejo de la importancia de la interacción humana y el intercambio de ideas.

Hoy en día, ese espíritu parece estar desapareciendo. Con las nuevas tecnologías y los cambios en los hábitos de consumo, las cafeterías se han vuelto más individualistas, donde el bullicio de las conversaciones ha sido reemplazado por el tecleo de ordenadores y la atención a las pantallas. Algunos, como el dueño de Nomad Coffee, intentan recuperar su esencia limitando el uso de portátiles para fomentar la interacción entre los clientes. El futuro de las cafeterías dependerá de nuestra capacidad para valorarlas no solo como negocios, sino también como los espacios de comunicación que fueron en el pasado.

“Yo no he montado un coworking, he montado una cafetería. Y no es vuestra oficina ni vuestra casa. Hay gente que viene y se pasa dos o tres horas sin hablar con nadie. Qué aburrido, ¿sabes? Entonces tuvimos que limitar el uso de los ordenadores solo a la terraza”

Jordi Mestre, dueño de Nomad Coffee

Alejandra Ruíz, actual trabajadora de Starbucks, confirma la declaración de Jordi Mestre, ya que algunos clientes habituales que acuden solos, piden un primer café al llegar, se ponen a trabajar durante horas, y cuando marchan de la tienda se han bebido por lo menos tres.

IMPULSO DE LA GENTRIFICACIÓN

La llegada de grandes franquicias globales como Starbucks a barrios urbanos ha generado un gran debate en los últimos años. Mientras algunos la ven como una oportunidad de modernización, otros la perciben como un agente de transformación urbana que fomenta la gentrificación y la marginación de los residentes locales, especialmente de bajos ingresos. Para comprender estos efectos, es clave diferenciar entre gentrificación y turistificación. La gentrificación implica la sustitución de los residentes de renta baja por otros con mayor poder adquisitivo, mientras que la turistificación se refiere a un fenómeno temporal donde un barrio se llena de visitantes externos.

Según Víctor Albert Blanco, profesor de sociología de la UAB, la gentrificación puede ser impulsada por políticas públicas que transforman barrios estigmatizados, como Poblenou con el proyecto 22@, o por la llegada espontánea de clase media-alta, que eleva los precios y atrae franquicias como Starbucks. Estas cadenas, al establecerse en barrios de vida modesto, revalorizan el área, lo que encarece el costo de vida, desplazando a los residentes de bajos ingresos.

El estudio Measuring Gentrification: Using Yelp Data to Quantify Neighborhood Change de la Harvard Business School no establece una relación causal directa entre la apertura de estas cafeterías y el aumento de precios, pero sugiere que tienden a abrirse en zonas con potencial de crecimiento, incrementando los precios de las viviendas cercanas en un 0,54% en un año. Sin embargo, David Castells Quintana, profesor de economía de la UAB, aclara que las franquicias no son la causa principal de la gentrificación, sino que siguen al perfil de los nuevos residentes.

“Desde los primeros estudios que definen ‘gentrificación’ hasta el día de hoy, no se ha demostrado ninguna unanimidad sobre la causalidad perfecta; lo que se puede observar es que sí existe un cambio comercial, que va en paralelo a un incremento de los precios”

Víctor Albert Blanco, profesor de sociología de la UAB 

Reducir la influencia de estas cadenas sólo a la gentrificación económica simplifica un proceso complejo. Además, contribuyen a la homogeneización del paisaje urbano, haciendo que los barrios pierdan su identidad local y se conviertan en áreas estandarizadas. La apertura de un Starbucks implica no solo la llegada de una de las cafeterías más populares, sino una transformación en la estructura económica, social y cultural de la zona.

Para abordar este fenómeno, las políticas públicas deben proteger a los pequeños comercios mediante incentivos económicos o regulaciones en los alquileres, en lugar de centrarse solo en restringir la expansión de las franquicias.

EL BOICOT A STARBUCKS Y SU IMPACTO GLOBAL

Starbucks ha sido objeto de boicot durante más de un año debido a su supuesto apoyo a Israel en el conflicto de Gaza. Aunque la compañía ha negado repetidamente su apoyo directo a Israel, las acciones y declaraciones asociadas a la empresa han avivado la controversia. Esta se intensificó tras una demanda de Starbucks contra Starbucks Workers United, un sindicato que apoya a Palestina. Además, esta situación también está relacionada, aunque en menor medida, con las condiciones laborales y los seguros de los trabajadores.

El impacto del boicot ha sido considerable. En el Red Cup Day, las ganancias solo aumentaron un 31.7%, una cifra significativamente menor al 81% del año anterior. Tras esto, según Business & Human Rights Resource Centre, Starbucks experimentó una caída consecutiva de 12 días en ventas, con un pérdida de 10,980 millones de dólares en el mercado. Las redes sociales han desempeñado un papel crucial en la difusión del sabotaje, afectando tanto en la reputación de la marca como en sus ingresos.

Aunque no hay evidencia de que Starbucks financie directamente a Israel, Howard Schultz, su presidente ejecutivo, tiene una larga relación con el país. En 1998, según la Jewish Virtual Library, Schultz recibió el Premio Tributo por fomentar una alianza entre Estados Unidos e Israel, lo que fue publicitado por la empresa. 

En 2023, la Orthodox Jewish Chamber of Commerce informó que después de la postura pro-palestina del sindicato, Schultz se reunió con la Cámara Judía de Comercio para manifestar su apoyo a Israel y sugerir el cierre de tiendas y sanciones a empleados que apoyaran a Palestina.

El boicot causó una pérdida de aproximadamente 11 billones de dólares, un 9.4% de su valor, según el Business & Human Rights Resource Centre. En febrero de 2024, Starbucks acordó cesar los litigios con el sindicato. Sin embargo, en mayo de 2024, Schultz fue vinculado a un grupo privado de WhatsApp llamado «Israel Current Events» que colaboraba con el gobierno israelí para influir en la narrativa mediática. En octubre, organizó una reunión secreta por Zoom con el primer ministro de Israel. El boicot resalta cómo la falta de transparencia empresarial y el poder económico pueden afectar las acciones y decisiones de una compañía, generando repercusiones tanto en su reputación como en su impacto social.

CAFÉ DE ESPECIALIDAD

El cafeinómano tradicional está acostumbrado al café comercial que proviene de las fincas sin respetar las propiedades únicas de cada origen. Este sistema invisibiliza al agricultor, transformando el café en un producto típico del capitalismo: homogéneo y con un sabor uniforme que nunca cambia. En cambio, en el siglo XXI, surge el café de especialidad, que se distingue por respetar tanto el origen del producto como a sus productores. Este tipo de café informa más sobre el proceso detrás de cada taza, destacando el nombre del productor, el método de procesamiento y una nota de cata profesional, como menciona Fiamma Sosa, trabajadora de Híbrid Café. De este modo, se pueden identificar dos categorías claras: el café comercial y el café de especialidad.

En 2013, el café de especialidad llegó a Barcelona, trayendo consigo una nueva manera de trabajar el café, en la que se busca conocer todo lo que se esconde detrás de cada taza. Hasta hace poco, la gente prefería tomar café en cafeterías en lugar de prepararlo en casa. Sin embargo, comenzaron a darse cuenta de que un espresso de un lugar cualquiera, donde no se cuidan ni el producto, ni la máquina, ni la técnica, termina teniendo un sabor desagradable, como a «rueda quemada» o a alquitrán. Aunque al principio muchas personas preferían que un profesional especializado preparara su taza, a medida que el café de especialidad se ha consolidado, también ha crecido la curiosidad de los consumidores por otros métodos de extracción, como los cafés de filtro.

Hoy en día, si pasas el día fuera de casa, es fácil encontrar una amplia variedad de cafeterías de especialidad, como ocurre en Barcelona. Según Rosa Molinero Trias, periodista experta en gastronomía, el café de especialidad no es tan radical ni exclusivo como podría parecer. De hecho, es tan accesible que, si una cadena de cafeterías como Turris desea ofrecer un buen café de especialidad, lo único que debe hacer es comprarlo a un tostador especializado que les guste. Además, los propios tostadores suelen encargarse de formar al personal para garantizar la calidad en cada taza.

En un contexto en el que las grandes franquicias como Starbucks han transformado el consumo de café en una experiencia de marca asociada al estatus, es vital reflexionar sobre el impacto de esta tendencia en nuestras comunidades. Aunque estas cadenas han revolucionado el marketing y el diseño de espacios acogedores, también han acelerado fenómenos como la gentrificación, desplazando a los residentes originales de barrios urbanos y homogeneizando los paisajes culturales.

Frente a este panorama, las cafeterías locales y de especialidad se presentan como una alternativa que pone en valor la calidad, la autenticidad y el respeto por el origen del producto. Estas pequeñas empresas no solo defienden prácticas más éticas y sostenibles, sino que también desempeñan un papel clave en la preservación de la diversidad y el tejido social de nuestras ciudades. Elegir dónde tomar café, más allá de ser una decisión cotidiana, se convierte en una postura frente a un modelo de consumo que sigue transformando tanto nuestras costumbres como los entornos que habitamos.

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