Gabriel Jaraba Molina nació en Barcelona en 1950. Ha trabajado en todo tipo de medios: prensa diaria y semanal, radio, televisión, agencias, editoriales, talleres de imprenta, internet, como redactor, locutor, reportero, director, redactor jefe, corresponsal, entrevistador, crítico, cronista, diseñador gráfico y periodístico y obrero tipográfico. Es miembro fundador de El Periódico de Catalunya; redactor de Interviu; redactor jefe de Primera Plana y Destino; director de Guía del Ocio e Indiscreta y ha sido miembro de equipos directivos de TV3, Televisió de Catalunya, durante 20 años. Además es escritor y autor de cuatro libros didácticos y divulgativos sobre comunicación, con otros dos en preparación.

Usted ha trabajado en todos o casi todos los medios de comunicación que han existido. Periódicos, revistas, radio, televisión, cibermedios… ¿Qué es el periodismo?

Cualquier definición única de periodismo se queda corta por simplista, y más en el marco de la sociedad compleja, pues se trata de un hecho intelectual y social que presenta diversas facetas:

  • Un método de análisis sucesivo de la realidad social, según la precisa definición de Lorenzo Gomis, situado en el marco de las ciencias sociales.
  • Un método que se practica en el seno de una profesión, llamada periodismo, que pone los resultados de tal investigación al servicio del derecho ciudadano a la libertad de información, principio inseparable de cualquier sociedad democrática.
  • Un corpus de conocimiento que ha dado origen a la Periodística, denominación que rebasa los límites de la Escritura Periodística y abarca el estudio relativo a lo informativo, lo mediático, lo cultural y lo sociopolítico y sociotécnico vinculado al ejercicio profesional, el estudio, la investigación y la docencia del periodismo.
  • Una rama de la literatura de no ficción que, más allá de los componentes metodológicos propios de las ciencias sociales, da cuenta de realidades humanas, hechos y acontecimientos narrados periodísticamente de modo que no sólo dé cuenta los hechos, su verificación y sus circunstancias de manera que sean ofrecidos de manera no sólo comprensible y fiel a los acontecimientos explicados sino mediante un relato de calidad literaria que permita al lector comprender el drama humano que subyace en ellos y al que responde. El método de análisis de la realidad que se lleva a la práctica mediante el periodismo requiere a la vez de la ciencia social y del arte literario para dar cuenta de la realidad que pretende explicar.

«Ninguna otra profesión, liberal o asalariada, ostenta tal cualidad ni responsabilidad»

  • Una profesión cuyo ejercicio representa la responsabilidad de administrar el derecho democrático a la información, del que son titulares los ciudadanos y en cambio no son propietarios los medios, sus empresas y los gobiernos con sus organismos administrativos, siendo facilitado, administrado y garantizado por los profesionales del periodismo. Ninguna otra profesión, liberal o asalariada, ostenta tal cualidad ni responsabilidad. Por esta razón el periodismo es un factor constitutivo de la sociedad democrática de tal importancia que sin ejercicio del periodismo ni periodistas que lo practiquen no existe democracia, por más que haya medios o dispositivos que actúen como elementos de comunicación, persuasión  o  propaganda.

Y, ¿qué significa ser periodista? ¿Qué tipo de periodismo necesitan nuestras sociedades?

Ser periodista es ejercer una profesión que plantea ciertas exigencias especiales:

  • Amor y respeto por la verdad, por descubrirla, razonarla y explicarla.
  • Explicar la verdad de lo que sucede como aportación a la mejora de la vida de los conciudadanos y a la calidad de la democracia.
  • Estar en disposición de usar determinados conocimientos técnicos, metodológicos y culturales que permiten comprender la realidad, los acontecimientos humanos y las circunstancias sociales e históricas en que se producen como medio de poder explicar los acontecimientos de manera fehaciente.
  • Tener una curiosidad amplia y profunda por todos los aconteceres humanos y construirse un bagaje de conocimientos que permite ser aplicado y demanda ser incrementado. Como alguien dijo una vez con ironía,  “los periodistas hemos de estar en posesión de una vasta incultura”.
  • Compromiso con el público lector, espectador u oyente sirviendo únicamente a sus intereses y no a los de los poderes públicos, los intereses de parte o las empresas, incluida la propia empresa periodística.
  • Compromiso con el secreto profesional, que protege las fuentes informativas que no pueden ser reveladas sin comprometer el interés del punto anterior y el derecho civil a la información en libertad. Este compromiso incluye la posibilidad de ser sancionado policial o judicialmente, incluida la pena de prisión. El secreto profesional es equiparable al de abogados, médicos o sacerdotes.
  • Ser animado por una pasión ferviente por el conocimiento, el acceso a la verdad y la narración de los acontecimientos, empeño que se lleva a cabo mediante el empleo de las técnicas y conocimientos propios del periodismo.
  • Partir de una vocación sentida que urge al periodista a asumir esos compromisos, gozar ejerciendo su profesión y afrontando con audacia los obstáculos que le dificultan hacer ambas cosas.

«El periodismo que necesitan nuestras sociedades es el que resulta de tomar en serio las características y exigencias de la profesión»

Y si a alguien le parecen estas exigencias excesivas o aspiraciones inalcanzables, imagínense si estuviéramos hablando de medicina: “Curaremos a los pacientes pero sólo un poquito, y si no lo hacemos no pasa nada. Si en vez de diagnosticar un cáncer decimos que el paciente tiene  un resfriado tampoco habremos de preocuparnos, mirad cómo hacen lo mismo algunos periodistas o lectores cuando se publican noticias falsas a sabiendas de que lo son o se editan periódicos que son panfletos”.

El periodismo que necesitan nuestras sociedades es el que resulta de tomar en serio las características y exigencias de la profesión que acabamos de describir, y también un periodismo que esté convencido que los actuales poderes en ascenso en gran parte del mundo actúan en su contra. Con los relativismos postmodernos el sentido de la palabra verdad fue devaluado, pero ahora podemos ver cómo la desconfianza en la verdad (histórica, científica, periodística) no hace más que favorecer el  proyecto de hacer retroceder la democracia, romper los pactos que han hecho de Europa un espacio de paz (militar y social) y desproveer a las clases trabajadoras y medias de derechos, que se basa en la mentira, la falsedad y el engaño deliberado, y por tanto la palabra verdad vuelve a ser relevante. Lo es porque si el periodismo tiene que luchar contra el imperio de la fuerza no razonable, el poder no responsable y el dinero incontrolable deberá, para ello, hacerlo contra la mentira, el engaño, la simulación y la desorientación que esos poderes ejercen para imponerse.

Los estudios dicen y vuelven a decir que los jóvenes no quieren leer. ¿Usted se cree estos datos? ¿Qué debemos hacer desde la universidad?

Leer o no leer, en conjunto, no quiere decir nada. Lo significativo es identificar qué es lo que se lee y si se entiende y cómo. Si uno mira a su alrededor observará que quienes no leen son los hombres adultos; las mujeres jóvenes y  adultas son las que más lo hacen, y la gente joven va detrás de ellas. En el trato cotidiano, un hombre adulto perteneciente a una profesión no intelectual muy difícilmente podrá mantener una conversación en torno a un libro, mientras que cualquier joven estará en contacto de un modo y otro con diversos tipos de expresión cultural, como música, series de ficción, videojuegos o fenómenos de cultura pop, todos ellos vinculados a distintas formas de narrativa.

Veamos un fenómeno no suficientemente citado: el gran éxito literario mundial  que fueron los libros de Harry Potter fue construido, mucho antes de que pasara al cine, por los niños y desde la base, sin mediación de adultos, publicidad o márketing. Fueron los chiquillos de los colegios quienes auparon al personaje y su serie de historias a partir de la lectura de sus libros, y enseguida lo transmitieron a los adolescentes. Es sobre este hecho de lectura juvenil que luego se monta la estrategia de la industria cinematográfica, y no al revés. Téngase en cuenta de que la autora, JK Rowling, comienza vagando por las editoriales para que alguien se fije en sus historias, que le son rechazadas una y otra vez. Ahí está la gran “vista” y el “enorme poder de manipulación” de las industrias culturales. Por tanto, cuidado con creer que simplemente “los jóvenes no leen”: no leen lo que no les interesa, póngase a su alcance material interesante y veremos. Esto es así desde Enid Blyton. Si Star Wars tiene tanto éxito, entonces necesitamos que alguien ponga al alcance de los lectores jóvenes historias como la de Jasón y los Argonautas, la Odisea, el último mohicano, la guerra de Troya o el Mahabharata, porque son lo mismo. Observemos, sin embargo, las lecturas obligatorias que se proponen en programas educativos y comprenderemos ciertas cosas.

Gabriel Jaraba trajo consigo «Las Mil y Una Noches», uno de los libros que le regaló su padre cuando era joven y que, a día de hoy, sigue conservando.

Desde la universidad hay que hacer algo muy simple y fundamental: poner en primer plano de toda la actividad docente y discente el primado de la lectura y la escritura. El aprendizaje y la producción de conocimiento pasa por leer y escribir. Si los universitarios no leen, ¿quién leerá? En el caso del periodismo esto es algo todavía más urgente: nuestro oficio consiste precisamente en escribir, sea con textos o con elementos audiovisuales. Del mismo modo que un carpintero no  puede fabricar una mesa que cojee un periodista no puede escribir mal. Y a escribir se aprende leyendo, porque leer hace pensar y a pensar correctamente se aprende escribiendo correctamente. Tan simple como esto, el resto se desprende de este axioma. Pero para animar a leer y enseñar a escribir hace falta una habilidad que no todos los docentes poseen, y de ahí debe partir su reflexión: deben aprender ellos a su vez y poner en práctica lo aprendido. Quizás aquí nos encontremos con un dato, este sí significativo además de terrible: si los niños y jóvenes no leen es porque sus padres no lo hacen; quizá si los alumnos no leen quizá sea porque sus profesores tampoco.

Es pues necesario que en los estudios de periodismo y comunicación pongamos la lectura y la escritura –también la orientada a los interactivos, digitales y multimedia—en un plano central, donde se demande una exigencia de excelencia, y que se extraiga de las bibliografías una selección de textos propuestos que deberá leerse y comentarse, sin que aquellas sean simplemente una colección de referencias al margen. Hay que comenzar por una pedagogía de los textos necesarios para escribir bien y conocer las bases de la escritura en las que se asienta el periodismo.

Se habla mucho del “aprender haciendo”. La plataforma www.somosperiodismo.es responde a ese planteamiento. ¿Qué importancia poseen este tipo de plataformas o laboratorios en la formación de los futuros periodistas?

“Aprender haciendo” es la demanda que hacen los alumnos: la oportunidad de poder hacer de periodistas. #somosperiodismo es un cibermedio que tiene que actuar como laboratorio de periodismo y comunicación y así hacer realidad ese deseo y necesidad. Plataformas o estrategias orientadas al aprender haciendo como esta son imprescindibles hoy en una docencia adecuada al futuro que espera a los profesionales en formación, puesto que en su vida laboral se verán obligados a desempeñarse en entornos y con medios y condicionantes que en su etapa formativa no podían prever. Más lo es todavía dada la precariedad de los entornos laborales realmente existentes y la insuficiencia de las prácticas externas disponibles. Los agentes docentes están obligados a utilizar laboratorios como #somosperiodismo para que los alumnos vivan en sus propias personas el compromiso creciente con el ejercicio del periodismo, más allá incluso del que establecen con su vocación y aspiración profesional.

¿Qué consejo daría a los estudiantes que se preparan para desempeñarse como periodistas o profesionales de diferentes ámbitos de la comunicación?

Uno: mantener y potenciar el máximo posible la curiosidad aguda que debe animar y nutrir a todo periodista sin excepción.  Los escenarios profesionales, industriales, laborales en los que deberán desenvolverse exigirán de ellos el aprendizaje continuo como modo de vida, y el motor de todo aprendizaje es inevitablemente la curiosidad. Más cuando deberán ejercer su profesión en entornos que son, en su mayoría, inimaginables ahora mismo y que esas circunstancias requerirán de ellos, a menudo, capacidad de iniciativa emprendedora, económica y cooperativa.

« El puesto de trabajo futuro se lo construye uno mismo desde ahora»

Dos: conocer y leer a los buenos periodistas de la actualidad y de los que han hecho historia. A escribir se aprende leyendo, de modo que para aprender a escribir como un periodista hay que leer a los periodistas que escriben o han escrito bien. Ir a la hemeroteca no es una obligación impuesta por el programa de estudios, es una práctica constante de alguien que quiere ser periodista y para ello se informa de qué hacen los periodistas.

Tres: no esperar a que te sirvan en bandeja tu puesto de trabajo. El puesto de trabajo futuro se lo construye uno mismo desde ahora. Probablemente haya que inventárselo y buscar la manera de ir imaginando cómo trabajar en la próxima vida profesional, cómo arreglárselas para ejercerla, cómo cooperar con otros colegas para crear un medio o una actividad que permita, por lo menos, comenzar a hacer de periodista. Lo relevante del futuro profesional posible no son tanto las transformaciones tecnológicas, ni siquiera las dificultades económicas, sino una habilidad añadida que se suma a las que debe ostentar el periodista: el emprendimiento y la construcción de la propia carrera profesional.

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