Hablamos con José María Perceval de su nuevo libro El populismo. Cómo las multitudes han sido temidas, manipuladas y seducidas (Cátedra,2020), que trata del poder y su relación con el pueblo.
Nacido en Almería en 1955, José María Perceval Verde es licenciado en Filosofía y Letras, posee un máster en periodismo y dos doctorados: uno en Ciencias Sociales por el EHESS (École des hautes études en Sciences Sociales) de París y otro en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de Barcelona, donde sigue vinculado en la Facultad de Comunicación como profesor agregado. Se ha desempeñado en diferentes ámbitos de la comunicación y ha sido docente durante muchos años. Ha escrito numerosos libros, entre ellos El racismo y la xenofobia: excluir al diferente (2013), Historia mundial de la comunicación (2015) y El humor y sus límites (2015).
Después de numerosas obras, en este 2020 usted ha publicado “El populismo. Cómo las multitudes han sido temidas, manipuladas y seducidas”. ¿Cómo se debe interpretar este título para comenzar a entender el contenido del libro?
En realidad, no trata sobre los partidos populistas, sino de la definición de pueblo. ¿Qué es pueblo? ¿Cómo se ha manejado ese término? Es una especie de fantasma porque al fin y al cabo el pueblo no habla, no le reconocemos una voz concreta, sino que hablan en nombre de él, siempre.
Esa es la línea transversal del libro, el tratamiento de pueblo o de multitud si se quiere, pero no quise poner historia de la multitud porque sonaba a otras cosas.
“Hay unas élites políticas que tienen unos cargos determinados y tienen unas relaciones determinadas con el poder económico”
Desde su punto de vista, y también haciendo referencia al título del libro, actualmente ¿es más manipulada, seducida o temida la gente?
Las tres cosas siguen siendo igual. Son tres cosas que sigue teniendo el poder. El poder sí que es una cosa concreta. Hay élites concretas, que tienen un poder económico, unas fortunas, que es cuantificable. Hay unas élites políticas que tienen unos cargos determinados y tienen unas relaciones determinadas con el poder económico, de amistad, de corrupción, etc. Eso es perfectamente constatable. Estos ejes que conforman el poder sí que tienen un miedo a las multitudes e intentan manejarlas y seducirlas, y muchas veces lo logran con un éxito estupendo.
¿Cuál es el objetivo principal de la obra? Es decir, ¿qué idea se persigue con su publicación? ¿Hacia qué público se dirige?
El público debe estar ya informado; que le guste la historia y que sea medianamente culto. Sinceramente, escribo textos de divulgación, pero es una divulgación con un nivel universitario. No es que intente hacerme el académico ni el pedante, sino que es así.
En cuanto al objetivo del libro, es muy simple. Es decir, que populistas somos todos en el sentido político de la palabra. Cuando queremos hacer un cambio o cuando intentamos cambiar la realidad de todas las formas posibles, siempre lo hacemos en razón del pueblo. Y este es el tratamiento del libro.
“Cuando queremos hacer un cambio o cuando intentamos cambiar la realidad de todas las formas posibles, siempre lo hacemos en razón del pueblo.”
¿De qué forma podría llegar a impactar en los lectores? ¿Cuánta falta le hace a la sociedad leer estos fragmentos? ¿Piensa que hay mucha gente a la que podría cambiarle su pensamiento?
Eso sería maravilloso, pero no soy tampoco ni un profeta ni un dirigente religioso y sinceramente creo poco en mí mismo.
Yo lo que intento ofrecer son herramientas y claves de la realidad. Estamos en la realidad del siglo XXI y es una realidad de un siglo emocional, muy emocional. Es un siglo en el que el tratamiento del populismo está absolutamente desbordado, entre otras cosas por la inmediatez que producen esas emociones en las redes sociales que pueden provocar que toda una carrera política se hunda; o por ejemplo, toda la carrera de Perceval pueda desaparecer en un momento determinado y que en las redes sociales me hundan por causas emocionales.
¿Qué le llevó a la necesidad de escribir este libro? ¿Es un motivo más personal o profesional?
Yo hago las cosas porque me divierto, en primer lugar. En la línea de las cosas que me atraen, que me dan curiosidad y me mantienen joven, está lo imaginario. Lo imaginario de la historia y las multitudes son cosas que he tratado en todos mis libros y las dos tesis que he hecho. No hay otra línea que trate Perceval que no sea la imagen, lo imaginario, la ideología que la gente con la que convivimos maneja para bien y para mal.
¿Hay algún autor/a que haya tenido influencia en este libro?
Hay autores que me influyen siempre. Concretamente la gran inspiradora de toda mi obra desde que la descubrí hace mucho tiempo, a finales de los años 70, es Annah Arendt. Digamos que es una de las bases de mi pensamiento.
Como filósofo, Walter Benjamín y también bastantes autores franceses. Digamos que en este concretamente, en el del populismo, hay bastante de Bourdieu, hay bastante de Foucault y bastante de un autor poco conocido aquí en España que es Gilles Lipovetsky, que fue profesor mío en París y evidentemente me han influenciado.
¿Alguna de sus anteriores obras aportó ideas para este nuevo libro?
Sí, evidentemente. Cuando yo traté el tema de cómo se trató a las minorías musulmanas, de origen musulmán (los moriscos) se agitó el fantasma, los miedos sobre esos grupos, por lo cual hubo un tema, el miedo.
También cuando trabajé con el tratamiento del poder, con respecto a sus manifestaciones, cómo “seducían” a la multitud a través del hecho más importante de la propaganda política en el antiguo régimen, que sigue siendo actualmente un elemento fundamental: las bodas monárquicas, las bodas de los príncipes.
Cuando traté el racismo, también se hablaba de cómo se trataba a las multitudes y del odio que se puede desarrollar hacia el poder, pero cómo el poder puede dirigirlo hacia otro objetivo, así como hacia los judíos, musulmanes, etc.
Cuando traté el terror, vi cómo se trataba el miedo y cuando traté el humor lo mismo, que fue cuando me di cuenta de que había sido una de las cosas que nos salvó de la pandemia, el humor.
¿Cuál fue su inspiración para comenzar a escribir? ¿A qué edad aproximadamente se dio cuenta que quería dedicarse a esto?
Tengo escritos desde muy pequeño, así como cuentos. Desde muy pequeño decidí que quería ser historiador, no sé por qué.
“Desde muy pequeño decidí que quería ser historiador”
¿Para quién suele escribir? ¿Tiene un público determinado?
Hay un poema de Antonio Machado que dice que siempre se está hablando con esa persona que siempre va con nosotros y termina siendo una cosa teológica porque termina diciendo que siempre hablamos con Dios.
Yo creo que sí, que los humanos tenemos una tendencia a crear un alter ego, que es por lo que discutimos y yo discuto mucho con él, con el otro Perceval y no está de acuerdo para nada conmigo. Me critica continuamente y a veces me trata fatal. La cuestión es que ese personaje ha variado. ¿quién podría ser? Por ejemplo, mi madre, que era una persona muy inteligente, con la que se podía charlar de todo, había hecho dos carreras y había sufrido el franquismo. O mis profesores. Yo era el insoportable que aparecía en la casa de mis profesores y terminaba haciéndome amigo de ellos. Eso me sucedió tanto en Almería como en Barcelona y luego en París.
Si me dices público así en general, fuera de ellos, no sé si escribo para otras personas.
¿En su opinión, cuál es la mejor manera de publicar sus obras? (papel, pdf, etc.)
Afortunadamente yo tengo a un editor, Raúl García Bravo, que lo tengo engañado. Es decir, eso me permite publicar en papel. Creo que es un caso excepcional.
La editorial Cátedra me ha tratado muy bien, y tanto es así, que en cuatro años he publicado cinco libros, o una cosa así. Una cosa terrible que demuestra que quieren arruinarse conmigo.
¿Veremos próximamente más publicaciones de José María Perceval?
Sí, yo ahora mismo estoy trabajando en tres temas y podría salir primero cualquiera de ellos. Hay uno que me gusta bastante que es la historia del capitalismo garrapata. Trata de aquello que se dice que el capitalismo es un sistema que vive independientemente del estado y esto no es así.
El otro tema es sobre los bajos fondos. Es un tema que me interesa muchísimo. Había una persona que me iba a entrevistar en París para tratar sobre este tema, pero el Covid lo impidió. Nos dejó el día de su aniversario en septiembre. Esta persona es el historiador Dominique Kalifa. Si hago el libro, evidentemente se lo voy a dedicar por los estudios que esta persona ha hecho en estos últimos veinte años y que desgraciadamente nos ha dejado. Siempre tengo cosas que realizar.
En 1996, después de varios años de haber terminado la carrera de Filosofía y Letras, usted realiza un máster en Periodismo. ¿Por qué decidió realizar ese máster y qué fue lo que le aportó en su carrera profesional?
Había vuelto de París, donde terminé mi tesis. Formaba parte de las Ediciones Zeta y entré en la universidad para hacer sustituciones en la materia Historia de la Comunicación.
Yo había hecho mi primer doctorado en París, lo termino en 1992. Es un doctorado dirigido a cómo el poder construye la realidad desde abajo. Concretamente los moriscos a los que demoniza y luego los expulsa. Trataba de cómo se construyó esta imagen. En el segundo doctorado, lo que quise estudiar fue cómo el poder se mira a sí mismo. Así mismo, a la profesora Amparo Moreno le pareció bien dirigírmelo y lo realizamos viendo unas bodas de 1615 y viendo cómo eso había creado una propaganda monárquica, de obras de teatro, de panfletos a favor o en contra, etc.
A partir de ahí me especializo en historia de la comunicación que fue una de mis obras, concretamente en 2015.
“Para seguir siendo joven hay que tener curiosidad y no pensar que se sabe todo”
¿Qué consejo daría a los estudiantes que se preparan para desempeñarse como periodistas o profesionales de diferentes ámbitos de la comunicación?
Como a cualquier profesional le diría que para seguir siendo joven hay que tener curiosidad y no pensar que se sabe todo, en primer lugar.
En segundo lugar, ser modesto ante el conocimiento de los demás. Nunca sabemos quiénes pueden enseñarnos cosas. Es tan importante y rico el señor de la esquina, el que realiza una obra o el del bar. Todas las personas son interesantísimas. Eso es, curiosidad.