Carta del director. Periodismo
Fuente: segundavueltarevista.com

La primera obligación de cualquier estudiante de periodismo es aprender a distinguir qué es noticia. Mientras no lo sepa, y con una claridad meridiana, será cualquier otra cosa –escritor, historiador, sociólogo—pero no periodista; los periodistas trabajamos con noticias. Para ello el alumno debería tener siempre presente la cualidad fundamental del concepto de noticia. Este concepto es el axioma fundamental del que cuelga toda enterita la teoría del periodismo  y es el siguiente: noticia es que un hombre muerda a un perro y no que un perro muerda a un hombre. Punto pelota. El resto de lo que debemos aprender y poner en práctica no es más que la consecuencia de este principio fundacional, expresado mediante un chiste ya clásico.

Esta broma sobre perros y hombres mordedores suele ser citada de vez en cuando a manera de chascarrillo porque responde a una verdad tan evidente que, como todo lo que está plenamente a la vista, como la carta escondida del cuento de Edgar Allan Poe, suele pasar desapercibida. Así se produce el mecanismo hilarante del chiste, cuando alguien explicita un hecho evidente que solía pasar inadvertido y la ironía humorística lo desvela mediante un truco del lenguaje (y aquí convendría revisar las cosas interesantes que sobre el chiste y el inconsciente escribió Sigmund Freud).

La broma del perro es útil para dejar sentada la cualidad de la noticia: es algo inusual y excepcional en diversos grados, y por inusual se espera que despierte interés. Un hecho merece ser convertido en noticia cuando ese hecho se separa de la normalidad del acontecer cotidiano. La noticia es excepción, no regla; la noticia es algo que interesa porque es singular y su suceso es algo inesperado. La primera obligación del periodista al seleccionar un hecho para convertirlo en noticia es atender a su grado de excepcionalidad. En suma: debemos publicar lo que interesa, e interesa aquello que sorprende porque es excepcional.

En estos momentos de cambios profundos en el mundo de la comunicación –y los que vendrán; leer el libro La gran mediatización, de José Manuel Pérez Tornero—se debate y especula con la crisis de determinados medios o soportes, se vaticina el ascenso de unos modos de comunicar y el declive de otros, pero se echa en falta una reflexión sincera y un análisis preciso sobre lo fundamental: eso y aquello que publican unos y otros medios, ¿interesa realmente al público? Decae un tipo de prensa y parece ir en ascenso otro tipo de medios, y es obligado preguntarse qué relación tienen esos procesos con el interés de lo que los medios contienen y pretenden vehicular.

El principal enemigo del periodismo, además de la mentira, la tergiversación y la mediatización por intereses espúreos, es la rutina y la previsibilidad. Los medios informativos presentan una curiosa tensión ante su público. Por una parte, una cierta previsibilidad que permite mantener una convención de inteligibilidad, interpretación, repetición de lenguajes y géneros: damos por sentado que una noticia publicada a una columna es menos importante que otra que vaya a tres; la noticia que abre el informativo televisivo es la más importante. Por otra, la presentación de noticias que responden a hechos inusuales e incluso excepcionales, que llaman la atención y despiertan interés porque es raro o poco corriente que sucedan: un hombre que muerde a un perro en lugar de lo contrario, que es lo que suele suceder;  un transeúnte que halla una cartera con dinero y la devuelve a su dueño en vez de quedársela, como podía suponerse.

De hecho el periodismo a nivel noticioso es un diálogo constante entre los medios, el público y la realidad en torno a lo que es previsible o usual y lo que no. Las variaciones de las dinámicas en que se da ese diálogo señalan el mayor o menor interés de lo que los medios publican, y por tanto, su mayor o menor atractivo respecto a su público. La rutina y la previsibilidad en los contenidos y abordajes de la actualidad son la kryptonita que amenaza a los medios desde su misma raíz. A partir de ello podemos estudiar y analizar con mayor o menor precisión el estado de la recepción mediática y sus posibles causas, pero siempre a partir de lo fundamental: que sean capaces de identificar a los hombres que muerden a los perros y sepan contarlo de manera fehaciente e interesante. Pongamos aquí otro punto pelota.

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