Una vez terminada la celebración, Sergi decide seguir buscando su último libro, adentrándose en una extravagante tienda en las calles de Poblenou.

Sergi Jové Poveda recordó de golpe haber estado ahí. Se encontraba de pie en el segundo piso de la Librería Nollegiu, ubicada en el barrio de Poblenou, donde una vez asistió para escuchar al poeta Joan Margarit. Esta vez estaba en busca de otro autor. Un día después del frenesí de Sant Jordi llegó a esta librería de barrio, alejada del ruido y el tumulto, donde quería encontrar una nueva historia entre los libros aún revueltos por tanta fiesta.

La librería Nollegiu se encuentra en una antigua tienda de ropa llamada «Juanita». Aún se conserva el letrero original. Foto: Audrey Graveline-Mercier

La tarde anterior recorrió los puestos repartidos por Barcelona, adornados con flores y páginas abiertas al sol. La literatura fantástica es su género favorito y en su transitar entre la multitud consiguió los dos últimos libros de Brandon Sanderson. También aprovechó para echar un vistazo a los libros de segunda mano, pero sin completar su búsqueda. Quería volver a leer sobre historia, la carrera que había elegido.

Dentro de la librería recorrió los estantes, leyó las contraportadas de varios ejemplares y se puso en cuclillas para ver aquellos que descansaban cerca del suelo. Al cabo de un rato su atención se centró en un libro de Jordi Solé Tura, “Nacionalidades y nacionalismos”. Se lo llevó y continuó su recorrido en el segundo piso, subiendo por una vistosa escalera de caracol. En la planta superior el recorrido se volvió lento y la decisión definitiva. Tenía el libro que llevaría de vuelta a casa. 

Nollegiu aún mantiene la estética de «La Juanita», la antigua tienda reinaugurada en los 70 en este edificio de tres plantas, que fue transformada en librería en 2013. Foto: Lucas Vergara

“A veces es un poco difícil para el lector”, reclama Sergi al recordar sus años de universidad. Las lecturas para la carrera de historia, como la que estaba por comprar, eran bastante costosas y revela que tuvo que comprarse un ebook para intentar ahorrar. Sabe que es una buena alternativa contra los precios elevados y en su caso, una compra más que útil. Sin embargo, no cree ni tampoco quiere que el libro físico desaparezca, pero asegura que gastar cerca de 20 euros por cada compra es algo difícil de sustentar.

Ese no es su único reparo al mundo de los libros. Muestra tener dudas sobre la celebración que aún no terminaba de apagarse y es que no cree que todos sean tan buenos lectores. “Vivimos un poco en la época de las apariencias”, asegura mientras está sentado en la segunda planta de la librería. Está seguro de que muchas compras de Sant Jordi no servirán más que para una foto y luego acumularán polvo sin llegar a ser leídas.

Sergi comenta la importancia de mantener una lectura activa

La celebración no le incomoda en absoluto, la disfruta como los demás, pero cree que debe haber otras formas de incentivar la lectura. Tomar un libro es para él una actividad que debería darse a diario.

Se lleva el libro a la segunda planta, donde lo puede hojear más tranquilamente. Foto: Sofía Anich

La estancia en la librería se termina. A Sergi no le gusta realizar compras largas, su estilo suele ser más rápido. Entrar, elegir y pagar. Esta vez hizo una excepción porque después de bastante tiempo se encontraba con los libros de historia y quería darse tiempo para seleccionar una lectura que le hiciera sentido, por un rato dejaría de lado la fantasía.

«La diferencia entre el pensamiento nacionalista y el no nacionalista es que el primero considera que el proceso de construcción nacional siempre y en todo caso requiere un adversario externo»

Cita del libro «Nacionalidades y nacionalismos» elegida por Sergi

Acto seguido baja las escaleras con su ejemplar de Jordi Solé Tura aún entre manos. Se acerca a la caja, lanza una broma mientras paga y se dirige a la salida. Desde la puerta se despide y deja atrás otra celebración de Sant Jordi. Ahora es momento de leer.

Artículo anteriorNo apto para adultos
Artículo siguienteReconectando con los clásicos