Los líderes políticos acuden a técnicas de persuasión para convencer a la población de sus decisiones políticas.

La situación actual en la que se encuentra la mayor parte del mundo bien podría catalogarse como una distopía. Un virus que se ha extendido provocando una pandemia mundial ha generado una crisis sanitaria que arrastra asimismo una profunda crisis económica y social. Es por estas enormes secuelas que, en situaciones como esta, la política juega un papel fundamental

La comunicación institucional en tiempos de crisis experimenta cambios para adaptarse al nuevo contexto excepcional, y en el caso de la gestión comunicativa política de la pandemia provocada por el covid-19 no podría ser menos, y es que la crisis del coronavirus ha dado rienda suelta a todo tipo de discursos políticosen los diferentes gobiernos de alrededor del mundo. La comunicación política aquí ha encontrado un amplio espectro de modelos de discurso y de gestión de crisis gubernamentales que analizar, y es que se han producido cierto tipo de estrategias impulsadas por los líderes mundiales con la intención de persuadir a la ciudadanía y reforzar la legitimidad del poder que es conveniente mencionar.

En España hemos sido testigos durante los dos largos meses de confinamiento de los constantes discursos y comparecencias que nuestros líderes políticos lanzaban a la ciudadanía para mantenerla informada y mandar directrices sobre las actuaciones que se estaban llevando a cabo durante el estado de alarma. Y para “convencer” a la sociedad de la gravedad de la situación se usaban, a menudo, técnicas comunicativas persuasivasde las que ni siquiera éramos conscientes en muchos casos.

Algunos ejemplos de ello son las comparaciones que hacía el presidente Pedro Sánchez de esta crisis con la guerra. En varios de los discursos se repetía que estábamos “en guerra”, y que los sanitarios eran los “combatientes” y los “soldados”que luchaban en la “contienda”. Del mismo modo, el primer ministro francés Emmanuel Macron aseguró que nos encontramos en una “absoluta guerra” contra el virus. Por otro lado, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, declaró hace unos días en un encuentro en la Casa Blanca con personal sanitarioque la crisis del coronavirus y sus consecuencias eran peores que el ataque de Pearl Harbor y el 11S. Asimismo, El secretario general de la ONU, António Guterres, aseguró que la situación por el coronavirus es la peor crisis a la que se enfrenta el mundo desde la Segunda Guerra Mundial.

El presidente del Gobierno Pedro Sánchez en una de sus discursos durante el estado de alarma. RTVE

Estos discursos bélicos que se consiguen mediante el uso de palabras como guerra,batallarvencerlucharmovilizar, etc. sirven para que el ciudadano, de forma inconsciente, asuma la gravedad de la situación y equipare el panorama actual con uno bélico. Por lo tanto, si el discurso político consigue crear este efecto en el individuo, será más fácil que éste “acate” órdenes y tenga claro en todo momento “quien está al mando”. 

Esta encuesta realizada por el CIS hace pocas semanas podría ser un reflejo del convencimiento de la población ante algunos discursos políticos lanzados, ya que, tal y como se muestra en el gráfico, el 60,4% de la población estaría de acuerdo en mantener durante más tiempo las medidas de confinamiento. Del mismo modo, el 35,2% de los encuestados se muestra bastante confiado con la gestión del gobierno actual sobre la situación. 

Los mandos políticos se encuentran ante un gran dilema en relación a la gestión de la crisis; ¿preservar la salud o la economía?. Hemos visto que muchos gobiernos han decidido trabajar sobre la lógica de la comunicación implícita: la metáfora de la guerra, mencionar las secuelas del combate pero sin poner el foco en las secuelas económicas y centrarlo en el humano, aunque la realidad gestionada es doble: sanitaria y económica.

Sin embargo, no todos los países del mundo han optado por esta estrategia comunicativa basada en el discurso bélico. El presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, dijo en uno de sus discursos dirigidos a la nación de Alemania que “No, esta pandemia no es una guerra. Las naciones no se alzan sobre otras, no hay soldados contra soldados, esto es una prueba de nuestra humanidad”.

El presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier . REUTERS

Además de los discursos bélicos, los dirigentes también juegan con ciertos términos para persuadir a la población de forma inconsciente,ya que ésta asume un mensaje como veraz mediante un proceso cognitivo superficial -tal y como arrojan las investigaciones del experto en comunicación Lluís Pastor sobre la vía heurística en los medios de comunicación-.  Por ejemplo, para suavizar los efectos negativos del virus, el presidente español  habla de personas que “pierden la vida” y no de “muerte”, y  define la paralización de la economía como una “hibernación” más que como un “bloqueo”, con el fin de no mostrar a la población las graves secuelas que puedan producirse tras haber suspendido la actividad económica durante meses. En uno de sus podcasts, Lluís Pastor también declara que se han creado términos como “la nueva normalidad” o la “desescalada” para que la ciudadanía asuma de forma automática que la recuperación social y económica se “producirá de forma lenta y sin grandes cambios”.

Gran parte de la estrategia de esta comunicación política se basa en modelos de persuasión dual, que presentan dos tipos de procesos: uno que requiere un “alto coste cognitivo” por parte del público para comprender el mensaje lanzado y otro modelo que no necesita gran esfuerzo para comprenderlo y analizarlo, pues la interiorización de la información se produce casi de forma consciente, tal y como Pastor declara en su artículo “Persuasión bajo la línea de flotación”. Así pues, en el caso de la gestión comunicativa y política de la crisis del coronavirus estaríamos hablando de este segundo supuesto, ya que esta vía heurística es la predominante en los medios de comunicación; el público hace un esfuerzo superficial para juzgar la validez del mensaje recibidoy lo asume como veraz con poco esfuerzo cognitivo.

Ahora se abren muchas dudas: ¿Es este tipo de comunicación persuasiva por la vía heurística más efectiva?¿O hubiera funcionado mejor otro tipo de comunicación más franca o transparente hacia la población? Aunque las encuestas del CIS muestren el apoyo de gran parte de la ciudadanía hacia el gobierno, se requieren investigaciones profundas para poder establecer una conexión real entre este apoyo y el consumo de discursos políticos por parte de la población.  

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