Rigoberta Menchú, Óscas Arias, Juan Manuel Santos y Miguel Barreto: la voz de los premios Nobel
Cuatro premios Nobel de la Paz pusieron su voz en la parte final del viaje hacia ese ideal al que nos invitó la IX Jornada de Comunicación, Viajes y Aventura. Fueron Óscar Arias Sánchez, Rigoberta Menchú Tum, Juan Manuel Santos y Miguel Barreto, que habló en representación del Programa Mundial de Alimentos, que ha recibido el galardón este 2020. Les introdujo el director del Gabinete de Comunicación y Educación de la Universidad Autónoma de Barcelona, el catedrático José Manuel Pérez Tornero, y moderó la sesión la ex-vicepresidenta de la República Dominicana, Margarita Cedeño.
El catedrático José Manuel Pérez Tornero destacó que los ponentes habían “hecho la paz”, agradeció el honor que suponía su participación en esta jornada, y dio paso a la ex-vicepresidenta dominicana Margarita Cedeño, que hizo una semblanza de los cuatro premios Nobel de la Paz participantes y les planteó como primera cuestión qué definición les parece más correcta del concepto ‘paz’.
La líder indígena guatemalteca Rigoberta Menchú, premio Nobel de la Paz en 1992, fue la primera en tomar la palabra y puso el acento en que los presentes tenían en común la oposición a las guerras y a las armas y que cada uno de ellos llevaba una lucha por la paz poniendo el énfasis en cuestiones diversas. Un énfasis que, en su caso, estuvo y está en la lucha por los derechos de las comunidades indígenas y de las mujeres.
El expresidente de Colombia Juan Manuel Santos, premio Nobel de la Paz en 2016), resaltó la dificultad en definir la palabra ‘paz’. Afirmó que se puede referir a ella como situaciones particulares y personales. Empezó citando una anécdota que le sucedió cuando asumió la presidencia de Colombia. Explicó que fue a pedir permiso a la comunidad indígena de la sierra Nevada de Santa Marta. Le entregaron un bastón y le pidieron que hiciera la paz con los seres humanos y con la naturaleza. Cuando estaba a punto de firmar el Tratado de Paz con las FARC volvió y le felicitaron por ese avance pero le recordaron que la paz era también el respeto por las comunidades indígenas, que nadie se muera de hambre. La paz que hemos hecho en Colombia no ha eliminado muchas de las razones que causan los conflictos. El camino hacia la paz es permanente, dijo, y que hay que avanzar eliminando los obstáculos.
Por su parte, el costarricense Oscar Arias, premio Nobel de la Paz en 1987 y expresidente de su país, apostó por una definición de paz como la ausencia de las causas que provocan las guerras. Recordó que la historia de la Humanidad es una historia de guerras, de luchas entre seres humanos en diferentes épocas. ¿Qué sería del mundo si la historia se hubiese escrito de una forma distinta y evitado tantas guerras como ha habido a lo largo de ella?, se planteó. Se consideró afortunado por haber podido poner su granito de arena en la lucha contra las guerras. Recordó que tuvo que enfrentarse con Ronald Reegan y Mijail Gorbatxov para no involucrarse en las guerras que vivía Centroamérica y apostar por una paz que se acabó logrando, lo cual, a su entender, fue básica para acabar con la guerra fría.
Miguel Barreto, director regional del Programa Mundial de Alimentos, organismo que ha recibido el premio Nobel de la Paz este año 2020, habló de un concepto multidimensional que es concebido de forma diferente desde la posición que ocupa cada ciudadana. Afirmó que el objetivo de Hambre Cero no se conseguirá nunca mientras haya guerras, conflictos, hambre, desigualdades, pobreza… Señaló tres problemas a resolver para conseguir la paz: el conflicto, la respuesta inadecuada a la inmigración y el cambio climático. Y llamó a cerrar el ciclo vicioso que impide que todos los ciudadanos accedan a los derechos humanos de los que debería gozar.
La desmilitarización es una cuestión de sentido común
Rigoberta Menchú recordó que recibió el premio Nobel de la Paz en 1992 en un momento de mucha tensión y violencia en América Latina. Manifestó sentirse orgullosa del mandato comunitario que recibió de defender los derechos de los indígenas y los pueblos ante la intolerancia de los representantes de la derecha política. “Llevaba dentro la tortura de mi madre y el asesinato de mi padre. Nunca esperé un premio Nobel”, recordó y añadió que su premio era mérito de las víctimas y de las asociaciones que lucharon por la paz y los derechos humanos. “Me tocó ser una pequeña voz de conciencia que arrebaté la palabra no para destruir ningún poder sino para defender esos derechos”, dijo antes de agradecer el apoyo que recibió de Méjico y del presidente Carlos Salinas.
Juan Manuel Santos destacó el papel de los medios de comunicación para ambientar los acuerdos en lugar de avivar la polarización, un papel que la tecnología ha acentuado. Lamentó que quizás le faltó algo más de pedagogía en el proceso de paz colombiano y apartar de él a quienes lo complicaban sus adversarios, con mentiras y desinformaciones. “Hay que hacer la paz, desarmarse, pero hay una segunda fase, más complicada, que requiere la reconciliación, sanar las heridas, valorar los derechos de las víctimas”, comentó. El meollo del proceso de paz es, según Santos, la justicia transicional, que facilita la reconciliación, escuchar a las víctimas. Esas víctimas querían la verdad, no compensación económica. Y explicar esa verdad debe ser el objetivo de los medios de comunicación.
Las nuevas tecnologías son fundamentales en la lucha por la paz, dijo Miguel Barreto. Una lucha en la que, según él, ha aprendido del trabajo de personas como Menchú, Arias o Santos. Consideró importante mencionar la necesidad de acercarse y dar voz a las personas y comunidades vulnerables, de invertir en conocimiento humano y prevención y de trabajar por conseguir alianzas entre diferentes actores para facilitar el camino de la paz. “Si no combatimos el hambre no podremos conseguir la paz”, concluyó.
Óscar Arias explicó que había dedicado gran parte de su vida a la lucha contra la militarización de la sociedad. Gobernar es escoger, recordó y pidió que entre alimentos y armas se elija no alimentar el comercio de las armas al que se dedica 12 veces más que a la cooperación internacional. Uno de los logros de los que dijo estar más orgulloso fue convencer a Panamá de renunciar a tener ejército, pero lamentó no haber alcanzado ese mismo objetivo en el conjunto de América Central. Luchar por la desmilitarización es “sentido común”, sentenció y recordó que los refugiados de hoy huyen del hambre y la violencia. “La pobreza no necesita pasaporte”, dijo.
Juan Manuel Santos recordó que, en Colombia, le tocó primero hacer la guerra y luego hacer la paz. El liderazgo del proceso de paz fue más difícil, apuntó y se refirió a la lucha actual contra la pandemia, destacando el papel de las mujeres en ese combate. El liderazgo autoritario ha fracasado en estos tiempos de pandemia, apuntó. “Liderazgo desde el cerebro femenino”, sintetizó Margarita Cedeño.
Rigoberta Menchú explicó que sigue en la lucha por la multiculturalidad, contra la violencia de género, a favor de las comunidades indígenas y de la madre naturaleza, y confió en que las generaciones jóvenes asuman la necesidad de coger el relevo en esa labor. En los últimos cinco o seis años se ha involucrado, según explicó, en el trabajo académico en la Universidad Autónoma de México, donde, en la Facultad de Derecho, traslada su experiencia y convicciones a esos jóvenes. También anunció su oposición a la censura y a poner el comercio como prioridad social.
Un viaje con las maletas llenas de paz
En el último turno de intervenciones, Miguel Barreto reivindicó que la voluntad política por garantizar la nutrición de todos los ciudadanos es fundamental. Oscar Arias clamó por la reducción del gasto militar para rescatar recursos para gastar en educación, sanidad, servicios sociales, nutrición y puso a la pasión armamentista de Donald Trump como ejemplo a no seguir. Y Juan Manuel Santos les pidió a los jóvenes que no pierdan nunca la esperanza, que descubran que los seres humanos somos mejor de lo que a veces pensamos y pidió que se replantee como definiremos en el futuro qué es el progreso, qué es el éxito. “El progreso no es el Producto Interno Bruto”, sentenció y retomó la defensa de la lucha contra el cambio climático, la búsqueda de “la paz con la naturaleza”, como la definió.
Margarita Cedeño se sumó a esa necesidad de redefinir lo que es progreso y éxito en el futuro y propuso llenar las maletas de paz en el viaje propuesto en esta jornada.