Tal día como hoy, el martes 4 de noviembre de 2008, el Partido Demócrata de Barack Obama ganaba las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Con esta victoria, Obama se convertía en el primer presidente negro americano. Por su parte, el Partido Demócrata volvía al poder ocho años después, tras dos mandatos de George W. Bush, del Partido Republicano. Dieciséis años después nos encontramos ante la jornada previa de unas elecciones en un contexto muy diferente al vivido en 2008. Una sociedad con mucha polarización política deberá decidir entre el Partido Demócrata de Kamala Harris y el Partido Republicano de Donald Trump. Además, de igual manera que en 2008 llegó al poder el primer presidente negro de la historia, en 2024 podría llegar al poder la primera presidenta, en caso de que los demócratas se impusieran a los republicanos.
Los cambios de tendencia en los estados entre 2008 y 2024
No obstante, si tenemos en cuenta la encuesta de The New York Times, en estos 16 años la intención de voto hacia republicanos o demócratas ha evolucionado considerablemente.
Podemos observar como, según la encuesta, en estados en los que en el año 2008 ganó el bando demócrata; cómo Montana, Colorado, Iowa o Florida, la tendencia habría cambiado y en el año 2024 se impondría Donald Trump. Por contraparte, en estados como Utah, Arizona, Georgia, Carolina del Norte, Kentucky, Ohio y Rhode Island, donde ganaron los republicanos hace 16 años, la tendencia pasaría a ser favorable a los demócratas.
Es especialmente importante destacar el posible “sorpasso” en los estados de Arizona, Georgia y Carolina del Norte, tres de los siete estados indecisos conocidos como “swing states”.
Los cuatro estados indecisos restantes son Nevada, Pensilvania, Michigan y Wisconsin, los cuales mantendrían también la tendencia demócrata como sucedió en 2008, pese a que, como comentábamos, son estados indecisos y habrá que esperar el resultado de las elecciones para conocer la decisión final del electorado.
La importancia de los estados indecisos en anteriores elecciones
Los “swing states” ya han marcado en gran parte el devenir de las últimas cuatro elecciones presidenciales. Podemos ver los parejos resultados de estos siete estados en el siguiente gráfico.
En Arizona, la tendencia republicana se mantuvo en las elecciones de 2008, 2012 y 2016, hasta que en las últimas elecciones, con una ventaja de menos de 11.000 votos, los demócratas se impusieron. Por su parte, el dominio del Partido Republicano se ha mantenido inquebrantable en el estado de Georgia durante los últimos 16 años, pese a que, como comentábamos, esta tendencia podría cambiar. En Carolina del Norte los resultados han marcado un cambio de tendencia favorable a los republicanos tras la victoria demócrata en 2008, con victoria republicana en 2012, 2016 y 2020. En Nevada, pese a resultados siempre muy ajustados, el Partido Demócrata ha impuesto su mano de hierro hasta el momento. Por último, tres estados han cumplido el mismo patrón entre 2008 y 2020, en Pensilvania, Michigan y Wisconsin se impuso el Partido Demócrata en 2008, 2012 y 2020, con victoria republicana en 2016.
Los territorios decisivos, entre la hostilidad y la división social
Durante la pasada década ha habido varios acontecimientos que han dividido aún más la sociedad de estos estados, hasta llegar a un punto muy alto de tensión y polarización social. Han tomado gran relevancia cuestiones como el control migratorio de la frontera sur con México en Arizona o Nevada; la amenaza china a la industria nacional en la región del Rusty Belt, de la que forman parte Michigan, Wisconsin y Pensilvania; o la derogación de la sentencia de Roe vs Wade en 2022, que delega la aplicación de derecho al aborto a cada estado, en estados como Georgia o Carolina del Sur.
Este ambiente de división ha generado que demócratas y republicanos se alejen aún más ideológicamente, y cada vez haya menos consenso y cordialidad entre senadores de ambos partidos. Sin embargo, cabe recalcar que no siempre fue así, y que Obama logró calmar la hostilidad y confrontamiento político que Trump ha resucitado con su retórica visceral.
La victoria de Obama y las concesiones del Partido Republicano, una pieza clave en la conciliación política y social en Estados Unidos
El triunfo de Barack Obama en las elecciones de 2008 marcó un hito histórico en la política estadounidense. Era consciente su rival, el candidato republicano John McCain, postura que se pudo identificar en su discurso de concesión del poder a los demócratas. En él, McCain declaró: “El senador Obama ha conseguido un gran logro para él y para su país”. El republicano consideraba que el hecho de que un afroamericano fuese elegido como presidente, suponía un avance democrático para los Estados Unidos. El líder remarcó que era necesario obviar las diferencias ideológicas que mantenía con el nuevo inquilino de la Casa Blanca para restaurar la prosperidad de la nación. El discurso de McCain inició una etapa de transición y conciliación entre el legado de Bush y el futuro de Obama.
La nueva y abultada derrota de los republicanos ante Obama en 2012, esta vez con Mitt Romney como candidato, entregó un discurso de concesión muy parecido al de McCain. Romney rechazó la polarización política, defendiendo qué ambos partidos políticos debían unir fuerzas para solventar la crisis económica por la que estaba pasando Estados Unidos. La audiencia recibió bien este mensaje, ya que fue una consolidación de un panorama político más estable y cohesionado para el país.
En 2016, son los republicanos quienes vencen en las urnas, ante una sorprendida Hillary Clinton, a la que las encuestas daban por favorita. Sin embargo, la senadora del partido demócrata aceptó su derrota, y en su discurso siguió el mensaje de sus rivales políticos, que en las dos elecciones previas perdieron ante Barack Obama. Decepcionada, pero dialogante, Clinton pedía a sus votantes que respetasen la victoria de Trump: “Le debemos una mente abierta y la oportunidad de liderarnos”.
La irrupción de Trump, conspiracionismo y polarización política
El caso del candidato republicano y expresidente, Donald Trump, rompe la tendencia de aceptar democráticamente la derrota electoral. Se pasó la campaña de las elecciones de 2020 cuestionando la validez del sistema de recuento de votos en Estados Unidos. Una vez pasadas las votaciones que perdió, el líder republicano tildó el resultado de “manipulado”.
Las quejas se acompañaron de actos, con el intento del líder republicano de golpe de Estado judicial fallido y del asalto al Capitolio del seis de enero de 2021, que el magnate incentivó. El ataque al edificio, que acabó con 5 muertos y 140 heridos, fue condenado por el propio Trump el día siguiente en su discurso de concesión, en el que al fin cedía el poder a Biden. En sus palabras, se podía ver un mensaje de unidad similar al de sus predecesores, pero con una gran diferencia, no mencionaba al nuevo presidente ni a los demócratas.
Ante estas nuevas elecciones, medios como POLITICO creen que se podría producir un desenlace similar al acontecido en 2021 en el caso de que Kamala Harris gane a Trump en los comicios.