El primer ministro británico logró salvar la vida gracias a un enfermero portugués y una enfermera neozelandesa 

Hace dos semanas el primer ministro británico Boris Johnson daba positivo en coronavirus. Las alarmas se encendían rápidamente cuando a los pocos días, tenía que ser ingresado en la UCI tras sufrir un empeoramiento en su estado de salud. Durante varios días, su vida corrió serio peligro, hasta que finalmente consiguió recuperarse. El pasado domingo recibió el alta hospitalaria, y publicaba el siguiente tweet en su cuenta personal:

En este vídeo de cinco minutos de duración, Johnson mostraba su eterno agradecimiento a los servicios médicos británicos por haber conseguido curarle, y expresaba sentirse en deuda con ellos. El primer ministro agradecía también el esfuerzo que todo el país estaba realizando para cumplir las medidas de confinamiento decretadas. Aseguraba que gracias a ello el país estaba “progresando en la lucha contra el coronavirus”. Pero el primer ministro quería extenderse un poco más en su agradecimiento hacia los médicos, de quien volvió a alabar su “coraje” y “devoción”. Centrándose en particular en dos de ellos, con quien más tiempo pasó durante su estancia en el hospital, y a los que nombra directamente: Jenny de Nueva Zelanda, y Luis de Portugal, concretamente de Oporto. Johnson asegura que su cuerpo pudo empezar a “respirar correctamente” porque en el momento más delicado le realizaron las intervenciones que necesitaba. 

A partir de aquí, se abre un interesante dilema, más aún cuando estamos hablando de Boris Johnson, uno de los líderes políticos más conservadores. A mediados de febrero, una vez el Brexit ya era una realidad, el primer ministro propuso abordar uno de los aspectos más destacados de su programa electoral, como es la regulación de la inmigración. Una de las medidas que se quería implantar era que cualquier inmigrante que no hablara inglés o no estuviera calificado para ningún empleo no pudiera recibir la visa para entrar al Reino Unido. El nuevo proyecto de visas consistiría en una asignación de puntos según el cual hablar inglés, tener una oferta de trabajo y una serie de cualificaciones serían condiciones sine qua non para poder ingresar en el país. 

Resulta casi una ironía del destino que precisamente quien haya salvado la vida de Boris Johnson sean dos personas extranjeras, una neozelandesa y un portugués. Y una cuestión que podría estar dando vueltas a la cabeza de Johnson: ¿qué habría ocurrido si el programa del Brexit ya se hubiese aplicado, y ni Luis ni Jenny hubiesen podido entrar en el Reino Unido? Una reflexión que quizá debería hacer abrir los ojos a ese sector radical (no solo en este país en concreto, sino en todos o casi todos) que fomenta de forma generalizada su rechazo a la inmigración de forma absolutamente totalitaria, acusándola de todas las desgracias y males ajenos, léanse Trump, Bolsonaro, y a nivel local el partido ultraderechista VOX. La crisis del covid19 que está azotando al mundo entero es el mayor espejo que podría abrirse ante los ojos de todos los ciudadanos, al ser un virus mortal que ataca a toda clase de personas, sin distinción por razones de sexo, raza ni ideología. Si esta grave pandemia sirve para que todo el mundo se dé cuenta de ellos, quizá se habrá conseguido ganar algo, en medio de esta desgracia.

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