Si hemos de ser sinceros deberemos convenir en que los estudiantes de periodismo y de comunicación en general no están demasiado inclinados a leer a los autores que han contribuido a construir la teoría de la comunicación. Lo que se cotiza en las aulas es llegar al dominio de ciertas habilidades prácticas que deberán permitirles trabajar como periodistas, videorreporteros o productores de noticias. Es natural que los jóvenes reclamen acción para realizar su vocación; lo que suele pasar inadvertido es que, en medio de las ingentes transformaciones en la comunicación que se dan a partir de la Gran Digitalización que experimentamos, forma parte del oficio la capacidad de imaginar un mundo comunicacional diferente y convertirlo en realidad. Y para esto se necesita una habilidad distinta: ser capaz de inventarse el propio puesto de trabajo, cosa que difícilmente se puede hacer sin una base teórica que nos deberá llevar lo pensado a lo hecho o por lo menos intentado.
Este pasado junio ha visto desaparecer, con ocho días de diferencia tan sólo, a dos de los grandes teóricos de la comunicación hispanoamericana, Jesús Martín Barbero y Enrique Bustamante. El segundo, autor de Los amos de la información en España, obra imprescindible para conocer la estructura de la industria informativa en este país, es decir, quién paga la fiesta en la que estamos bailando; el primero, con su De los medios a las mediaciones, el desmitificador de la gran superstición que es la idea de que los medios son todopoderosos cuando lo que importa es el sentido y el significado que las personas atribuyen a las formas y direcciones que toma la fiesta.
Bustamante y Martín Barbero han sido unos científicos sociales cuyos respectivos recorridos vitales resultan apasionantes. Enrique comenzó siendo alumno en la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid (cuando el periodismo aún no era una disciplina universitaria) hasta llegar a ser catedrático de la Universidad Complutense. Jesús nació en España pero se hizo en Colombia y recorrió los caminos de la transdisciplinariedad obligada en una actividad de producción de conocimiento que ahora llamamos comunicación pero para la que más pronto que tarde deberemos hallar un nombre que dé mejor cuenta de sus componentes filosóficos, sociológicos y hermenéuticos.
El futuro, el futuro, que de eso se trata. Algunos de los lectores de Enrique le conocíamos como compañero de profesión y cuando le descubrimos como investigador nos dimos cuenta de que necesitábamos algo más que la mirada periodística para comprender los medios y el extraño hábitat en el que pacen estos animales. Enrique Bustamante fue, así, el Félix Rodríguez de la Fuente que nos llevó por esos caminos.
El futuro, el futuro, que reclama mentes visionarias que lo anticipen. Jesús fue más allá de la filosofía en la que se doctoró porque necesitaba ver en 360 grados, como se dice ahora. Y a veces es necesario tomar distancia para ver mejor. “El punto de partida fue mi primera estadía en Colombia (años 68 y 69). Por eso yo doy gracias a Colombia por haberme hecho latinoamericano, ese fue el don más preciado que me ha hecho este país: me hizo latinoamericano porque uno no puede ser colombiano sin ser latinoamericano”, dijo Jesús en un ebook publicado por la UAB: Miquel de Moragas, José Luis Terrón y Omar Rincón (editores) (2017): De los medios a las mediaciones de Jesús Martín Barbero, 30 años después. InCom-UAB Publicacions, 14. Bellaterra: Institut de la Comunicació, Universitat Autònoma de Barcelona.
En esos caminos que van de Colombia a España y viceversa, Jesús Martín Barbero recaló en la Universidad Autónoma de Barcelona y lo menos que puede decirse de su estadía entre nosotros, sus tareas como profesor y su autoría en nuestras revistas es que su personalidad causó un gran impacto. No sólo impacto intelectual sino humano. La Facultad de Ciencias de la Comunicación no volvió a ser la misma tras su paso por ella, del mismo modo que las redacciones
No voy a hacer un elogio de las respectivas obras de los dos investigadores por más que quiera dejar sentado su valor. Llamo, simplemente, a buscar y leer sus trabajos para aprender. Aprender del vasto alcance de esa rara ciencia que llamamos comunicación, aprender de la profundidad que puede alcanzar esa curiosa profesión conocida como periodismo. La obra de uno y otro científico social está ahí al alcance de la mano entre el millón largo de documentos que alberga la Biblioteca de Comunicación de la UAB. En España y en Latinoamérica han quedado impresas las huellas de Jesús Martín Barbero y Enrique Bustamente, quienes han estado trabajando hasta el momento de su muerte conscientes de que la tarea del investigador no es la recopilación de datos del pasado –que no es poca cosa—sino, y por encima de todo, el descubrimiento de caminos posibles para el futuro. Un futuro que los periodistas a menudo no sabemos entrever y que cierta raza de investigadores acierta a imaginar.