La Unesco, organización de las Naciones Unidas para la educación y la cultura, instituyó en 1993 la celebración del Día Mundial de la Libertad de Prensa el 3 de mayo, con objeto de llamar la atención a la necesidad de unos medios de comunicación libres. Veintisiete años después, los problemas relativos a la comunicación y las libertades democráticas se han vuelto tan enrevesados como corresponde a la sociedad compleja. En medio de una maraña de medios y redes  a menudo resulta difícil discernir lo que verdaderamente importa: el derecho de los ciudadanos a recibir información veraz confeccionada de manera libre y correspondiente a fuentes fiables y debidamente contrastadas. Es lógico que la gente se sienta desorientada e incluso desengañada, pero eso tiene remedio: fortalecer las manos de los profesionales comprometidos con la libertad de prensa, exigirles que trabajen al servicio de la verdad y hacer lo propio con las empresas de comunicación, que no son sólo las editoras de periódicos o los canales de televisión sino las redes sociales de internet que ganan millones gracias a la participación del público y son medios de comunicación y no meras plataformas tecnológicas.

Los ciudadanos también tenemos nuestras propias responsabilidades. La primera, reclamar calidad y veracidad en los productos informativos. Y eso cuesta porque hoy las cosas son mucho más complicadas,  la gran digitalización lo ha puesto todo patas arriba. No podemos conformarnos con ser receptores pasivos de información sino que hemos de tomar las riendas de los procesos comunicativos o por lo menos enfrentarlos con una mirada crítica. La responsabilidad social de la libertad de prensa nos concierne como reivindicación de un derecho y además pone en nuestras manos el ejercicio y la promoción de su uso responsable y exigente. Se trata de que nos hagamos con las habilidades propias de la alfabetización mediática y digital para distinguir la información de la propaganda, que seamos proactivos en el empleo de las herramientas digitales para serlo igualmente en la defensa de nuestros intereses. 

Los esfuerzos de los reporteros de #SomosPeriodismo han estado dedicados esta semana a los asuntos que hemos referido más arriba. La Cátedra Unesco UAB de Alfabetización Mediática y Periodismo de Calidad y el Gabinete de Comunicación y Educación de la UAB han organizado una Semana de la Libertad de Prensa para debatir con destacados expertos todas esas ásperas cuestiones. Aprovechando las técnicas de teleconferencia han abordado los problemas de la libertad de información en la gran digitalización y nuestros periodistas se han sumado a esas jornadas para dar cuenta a los lectores de las necesidades y oportunidades que existen ahora mismo en torno a la libertad de prensa.  Es muy sencillo: sin periodismo no hay democracia, si queremos una democracia digna de tal nombre debemos exigir y apoyar un periodismo libre y de calidad. 

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