La elección del nuevo rector de la Universidad Autónoma de Barcelona se produce en el momento que el Gobierno impulsa la condición de Barcelona como cocapital cultural y científica de España y destina una importante cantidad de los Presupuestos Generales del Estado para que ello se haga realidad. Esto representará una mayor visibilidad e influencia de Barcelona en las avanzadas del conocimiento y un paso adelante en una aspiración histórica de la capital catalana.
Barcelona y todo lo que la ciudad conlleva va más allá de los límites municipales. En el contexto metropolitano, la Universidad Autónoma aparece como un hub científico, de conocimiento, cultura y arte que es un verdadero cerebro colectivo barcelonés dotado además de un poderoso músculo: una ciudad del saber, de unos 40.000 habitantes, tamaño equivalente o superior al de las ciudades medianas del interior, que vive día a día sus jornadas dedicadas a la producción de conocimiento formando un entorno cívico singular: una población de alumnos, profesores, profesionales y técnicos que, mediante los usos democráticos, acaba de elegir a Javier Lafuente como su “alcalde”, en tanto que rector que presidirá la gestión de esa colectividad tan especial.
La gran urbe metropolitana y la ciudad universitaria tienen dimensiones muy distintas pero afrontan exigencias parecidas: el reto de la calidad, la excelencia y la singularidad ante un futuro inmediato caracterizado por la incertidumbre. Bajo formas y determinaciones muy diversas BCN y UAB serán observadas en la mencionada dinámica de cocapitalidad si es que los gestores municipales deciden, tal como parece, caminar hacia el futuro. Al rector Lafuente no le queda más remedio que capear la tormenta perfecta actual, en la que no sólo juegan los elementos sino las mismas políticas descapitalizadoras que han debilitado la sanidad y que juegan en contra de la universidad pública. Lo hace confiando en el enorme potencial de su “ciudad” y en el poder cultural que su entorno cívico encierra, una afirmación que los lectores pueden escuchar en la entrevista que publica Somos Periodismo y que a algunos oídos nos suena a gloria bendita.
Los aires de cocapitalidad le pueden sentar bien a la UAB porque ello puede ayudar a que los ciudadanos UABers exhiban orgullo de pertenencia a su otra ciudad de Bellaterra. Barcelona necesita proyectarse hacia un futuro de amplios horizontes igual que la UAB tiene que ganar el futuro de la universidad pública de calidad. Para ello debemos confiar en la capacidad de Javier Lafuente para, como hizo su antecesora Margarita Arboix, contagiar entusiasmo y motivación por ser ciudadanos de esta ciudad del conocimiento cuya singularidad merece ser destacada como valor incomparable.