Con el motivo de la llegada de la sexta edición de la Asamblea de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente (UNEA-6) en febrero de 2024, el mundo se prepara para una cumbre que va más allá de las negociaciones y discusiones políticas. La atención se centra en la urgencia de abordar los problemas medioambientales que enfrenta nuestro planeta. Entre los diversos temas en la agenda, la moda sostenible ha emergido como un área de interés crítico, combinando la creatividad con la responsabilidad ambiental.
En una sociedad cada vez más consciente de su impacto ambiental, la industria de la moda sigue siendo el punto de mira, enfrentándose a acusaciones de esconderse tras una apariencia de sostenibilidad, lo que encubre una realidad inquietante: el greenwashing. Una práctica que distorsiona la información ambiental positiva para crear una imagen engañosa en favor de lo ecológico. Grandes cadenas, entre ellas, H&M y Decathlon, han sido señaladas por declaraciones engañosas sobre la sostenibilidad de sus productos, según la Autoridad de Consumidores y Mercados de los Países Bajos (ACM).
Consciente de estas prácticas perjudiciales, la CE ha incluido el greenwashing como uno de los seis puntos clave de la Estrategia para el Textil de 2022, estableciendo así una legislación europea para proteger a los consumidores de los engaños de las marcas. La presidenta de la Asociación de Moda Sostenible de España (AMSE), Marina López, destaca cómo estas prácticas afectan a las verdaderas firmas sostenibles, desvirtuando su labor: «Las grandes marcas que invierten mucho dinero en ‘marketing verde’ perjudican mucho al sector, confunden al consumidor y nos obligan a duplicar el esfuerzo para que los mensajes sean reales».
Es por ello que la desinformación y la poca concienciación política atrasa las medidas ambientales. Por esta razón, según la UNEA-6, la moda sostenible emerge como un actor clave en la conversación global sobre prácticas ambientalmente responsables. Prácticas como la ignorada batalla del cashmere resalta la necesidad de abordar las prácticas insostenibles y poco éticas con la industria de la moda. Actualmente, la estructura social de Mongolia y China se está modificando debido a la gran demanda del tejido de cabra cachemira. Muchos habitantes han perdido su trabajo, además de sufrir las consecuencias de la desertificación, el cual genera diversos impactos como; el aumento de la temperatura media, la disminución de precipitaciones o el degrado del suelo, entre otros.
Por ello, es imperativo hacer un llamamiento a la UNEA-6, instándole a no pasar por alto este grave problema ambiental y a brindar este escenario para resaltar la interconexión entre la moda sostenible y la preservación del medio ambiente. La sociedad está construida con malos hábitos sobre el impacto de la moda y su repercusión en el medio ambiente y gracias a las políticas aplicadas se crea conciencia para establecer un mundo más sostenible.