Martín Caparrós, reconocido como uno de los cronistas más grandes de viajes en lengua hispánica, fue uno de los ponentes destacados en la XIII Jornada de Viajes, Comunicación y Aventura.

Su intervención fue precedida por un  emotivo vídeo que recopila algunas de sus hazañas más significativas, donde se le presentó como “el maestro de la crónica” o “el cronista de viajes más importante de la lengua hispánica”, según el ABC.

Al compás de los acordes de la guitarra de Diego Domingo, Caparrós leyó una de sus crónicas más personales, centrada en la pregunta: ¿cuál fue la nota más dolorosa que ha escrito? En ella, relataba su experiencia en Sri Lanka, donde tuvo que abordar el tema de los turistas pedófilos, una de las investigaciones más difíciles y desgarradoras de toda su carrera.

A pesar de su deseo de huir en más de una ocasión, explicó que su orgullo como cronista lo mantuvo en el lugar. Tuvo que convivir con los agresores, ganarse su confianza y compartir bromas, lo que le llevó a sentir asco de sí mismo.

En un momento de su relato, Caparrós recordó una experiencia especialmente inquietante. Mientras recorría el país en moto para despejarse, se detuvo para tomar unas fotos de tres niños desnudos jugando cerca del mar. Inicialmente, las imágenes parecían inocentes, pero, al observar más de cerca, los niños, acostumbrados a ser sexualizados, empezaron a posar de manera sugerente para él.

Hablando de su libro Hambre, una recopilación de crónicas sobre personas que sufren hambre a nivel global, Caparrós reflexionó sobre el significado de esta palabra.

Subrayó su temor de que su trabajo fuera consumido como “pornografía de la miseria”, una forma de sentir empatía sin comprometerse realmente con el sufrimiento ajeno. Según él, el verdadero reto del periodismo es explicar las causas detrás de los problemas sociales, para evitar que se conviertan en algo que se olvide con facilidad.

Durante la mesa de debate, la periodista Marta Nebot le preguntó cómo se siente al interactuar con personas consideradas “horribles” para poder contar sus historias. Caparrós respondió que la gente mala le resulta muy interesante y que, si pudiera entrevistar a alguien, sería Hitler. Aunque no pierde la humanidad al interactuar con ellos, enfatizó la importancia de no dejarse fascinar por su mentalidad.

Relató, por ejemplo, su entrevista con el General Rojas, responsable de un golpe de estado en Argentina. A pesar de la sensación de incomodidad que le produjo la entrevista, confesó que le frustró sentirse tan a gusto hablando con él. Para contrarrestar esa sensación, Caparrós robó una figurita de elefante de marfil de la mesa de Rojas al final de la entrevista y lo incluyó en su crónica, como una forma de dejar claro que no se había hecho amigo del General.

Para Caparrós, la empatía es un componente esencial de una entrevista exitosa. El entrevistado debe sentir que el entrevistador comprende profundamente el tema.

En otro de sus relatos, Caparrós describió una de las escenas más impactantes de su estancia en Bangladesh. El cronista conversó con una madre que, desesperada por alimentar a sus hijos, hervía piedras convenciéndolos de que era comida, y los mandaba a dormir diciéndoles que les despertaría cuando la comida estuviera lista. Nunca los despertaba, y esto mismo repetía cada día. A pesar de la pobreza extrema, los niños seguían manteniendo la esperanza de que algún día serían despertados con un plato lleno de comida.

Todo esto es lo que vive Caparrós para relatar el dolor ajeno, pero, ¿y su dolor propio?

Martín Caparrós sufre de la enfermedad ELA desde hace un tiempo. Es por ese motivo que le es más fácil empatizar con el dolor, ya que él mismo lo está sufriendo. Su próximo reportaje será posiblemente su último reportaje de campo, ya que la silla de ruedas dificulta su movilidad.

Actualmente, reveló estar trabajando en unas memorias propias, relacionadas con su enfermedad, los médicos que le tratan, y otros pacientes que también la padecen. Aunque generalmente a Caparrós no le parecía oportuno incluir su dolor en las crónicas, en este caso se ha visto obligado a hacerlo.

El periodista escribía para olvidarse del dolor, pero este último proyecto le hace acordarse de que padece una enfermedad, la cual está siendo todo un reto para el escritor.

El cronista no estaba muy a favor inicialmente de publicar sus memorias, ya que decía oponerse al periodismo selfie, pero este proyecto le ha permitido  establecer un diálogo consigo mismo, aunque declara que no tiene mucho que ver con el periodismo.

Ante la pregunta de Nebot, sobre si creía que este iba a ser su proyecto más difícil, respondió que, aunque pensar tanto en la enfermedad puede resultar difícil, técnicamente es uno de los proyectos más fáciles que ha escrito. Además, reveló tener 12 libros inéditos terminados, que irá publicando poco a poco.

El escritor siempre ha relacionado su profesión con la muerte, ya que en su primera sección nombrada “Policiales y vida cotidiana” lo primero que vió fueron cadáveres. Es por eso que Martín Caparrós sobrevive contando la muerte y el dolor. Y de qué manera lo hace…

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