Este texto es el prefacio del libro Produce y distribuye tu música online, de reciente publicación, escrito por Aina Ramis (Ma Non Troppo – Redbook, Barcelona 2019), Se trata de un manual práctico dedicado a músicos tanto principantes como profesionales mediante el cual se introduzcan de lleno en internet como campo de creación, producción y difusión musical. Aina Ramis es periodista profesional pero también música e investigadora del rock, y he tenido el honor de que fuera mi alumna en el Grado de Periodismo de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Internet y la música rock pop son dos fenómenos culturales de la mayor magnitud que estaban destinados a confluir, interactuar y mezclarse. No solo porque entre ambos han acabado por dar forma a la cultura popular global de los siglos XX y XXI sino porque la Red y la música roquera responden a una misma mentalidad: el anhelo de una nueva era de la humanidad en el que las personas se unan por medio de la creación y el conocimiento por encima de las fronteras, las razas y los continentes.
El 25 de junio de 1967, un domingo de verano, la BBC, la radiotelevisión pública británica, protagonizó un importantísimo hito en la planetarización de la música mediante la comunicación: la emisión del programa Our World, la primera emisión televisiva vía satélite para todo el mundo, y en ella, el estreno de la canción “All you need is love”, de los Beatles, el grupo más famoso del orbe. Por primera vez una emisión radioeléctrica transmitía al mundo entero una única canción para todos, que era un mensaje de optimismo, esperanza y unidad, “todo lo que necesitas es amor”. La música pop rock, para aquel entonces, ya se había convertido en el nuevo gran medio mundial de comunicación por y para los jóvenes y la industria discográfica, a través sobre todo de la radio, había hecho de los rockeros, ídolos globales seguidos por millones de personas, desde Elvis Presley hasta los Rolling Stones y los Beatles.
» Por primera vez una emisión radioeléctrica transmitía al mundo entero una única canción para todos»
El viejo sueño empezó a vislumbrarse como posible. Las grandes estrellas del rock emprendían giras de alcance mundial en las que el formato era cada vez más el de la reunión masiva de espectadores y la oferta de un espectáculo integral que abarcaba no solo la escena sino al público mismo. Los distintos públicos nacionales del pop fueron polarizándose en torno a tendencias globalizadas y las figuras musicales superaron en popularidad y adhesión masiva a las cinematográficas. Empezó a crearse un emporio mundial de la fama en el que coexistían músicos rock, artistas de nuevas formas culturales pop e incluso modelos, además de rostros hechos famosos por un nuevo modo de entretenimiento integral, todo ello y siempre con una banda sonora de fondo o de frente, el rock pop y su aspiración a devenir un lenguaje universal. Menudearon conciertos solidarios, como los dedicados a Bangla Desh por George Harrison o a África por Bob Geldof, en los que se ponía en pie la aspiración a una nueva era fraternal pacífica y solidaria. El primigenio “All you need is love” tuvo una continuación aún más explícita en este sentido en la interpretación coral del clip “We are the world”. El deseo de una new age ya no podía pensarse sin música y comunicación.
Lo que faltaba para que esa “planetarización de la conciencia”, según la afortunada frase de Dane Rudhyar, pudiera comenzar a materializarse no podía surgir de la misma comunicación de masas, a pesar de su difusión global. Era necesario algo distinto a un mero medio de comunicación o una suma de ellos: una plataforma integral e interactiva que permitiera difundir, compartir y hacer crecer el conocimiento.
La ciencia ficción fue el primer segmento de la cultura que tuvo una visión de esa posible plataforma, a partir del desarrollo de la cibernética, la electrónica y los viajes espaciales. Isaac Asimov fue uno de los primeros que comprendieron el poder de la telemática para compartir el conocimiento, pero ya en 1946 Murray Leinster pensó una red de ordenadores (“lógicos”, les llamaba) que permitía el intercambio de información sin limitaciones y en 1954 Fredric Brown imaginó que todos los ordenadores de un planeta se interconectaban. Ni que decir tiene que la ciencia ficción y el futurismo crítico era el alimento literario de una gran mayoría de los soñadores de la nueva era, gracias a la relación con la cultura pop rock de autores como Philip K. Dick (¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, conocida en el cine como Blade Runner) o Kurt Vonnegut, escritor pacifista y ácido crítico social, autor de Slaughterhouse 5. Se suele asociar a los hippies con el culto a la naturaleza virgen (el flower power) pero se olvida que las visiones utópicas más sólidas de la contracultura norteamericana eran de hecho tecnoutopías, surgidas por la fascinación de la carrera espacial y la versión automatizada del sueño americano.
La materialización del sueño hippie no vino por la difusión del uso de la marihuana sino por una realización tecnocientífica y comunicacional. El nacimiento de Internet representa la puesta en práctica del propósito central de la nueva era contracultural: la planetarización de la conciencia por medio de la creación de una noosfera (esfera global de conocimiento) inducida por la interacción telemática. Internet fue el resultado de la labor de esos científicos visionarios que habían crecido con el rock progresivo que llamaba a vivir una nueva era, quienes, ya adultos, se pusieron a trabajar con la combinación de ciencia y humanismo y construyeron un nuevo artefacto comunicacional que iba mucho más allá de la comunicación: un medio para unir a la humanidad entera.
» La digitalización e Internet han arrebatado el monopolio del negocio musical a la gran industria monopolizante»
El avance de Internet corrió en paralelo con el de la digitalización, que en su aplicación a la música proporcionó nuevos medios no solo para la interpretación musical o la composición sino para la producción y difusión de las obras. La digitalización operó aquí de nuevo su transformación peculiar: transformó lo grande, pesado, costoso e inmóvil en pequeño, ligero, asequible y transportable: lo digital en música pasó a formar parte de lo que yo llamo “la vida móvil”, como sucedió con la radio a transistores, los reproductores musicales, la telefonía, los patinetes eléctricos o las nuevas formas de viaje y movilidad internacional. De un día para otro el propio hogar se ha convertido en estudio de producción y grabación, punto de distribución y antena de difusión de la música creada en cualquier lugar del planeta por un músico o un grupo. La digitalización e Internet han arrebatado el monopolio del negocio musical a la gran industria monopolizante y han devuelto el genio de la creación y la repercusión de lo creado a las manos de los creadores.
Este libro trata precisamente de lo que representa esa magnífica devolución, en qué consiste, cómo funciona y cómo puede ser utilizada y aprovechada por los miles de personas que hacen música, de manera amateur o profesional, y necesitan beneficiarse de la gran alianza entre la creación musical e Internet. La Red y la digitalización rompen todas las barreras que limitan el desarrollo de la creatividad en la música, proporcionan al creador medios nuevos y eficaces para profundizar en sus realizaciones y para promover y difundir su labor. Todas las preguntas que a este respecto pueda hacerse cualquier persona interesada en la música tienen respuesta en esta obra, preguntas que, por cierto, pueden haber estado amargándole la vida a más de uno.
Produce y distribuye tu música online y su autora, Aina Ramis, tienen la mayor virtud posible en el campo de lo práctico, que es hacer fácil lo difícil y asequible lo dificultoso. El lector de esta obra se dirá, una vez concluida su lectura, “¿cómo era posible que yo desconociera esto y no me hubiera podido beneficiar de ello?”. No solo porque hallará en ella medios, técnicas y estrategias para realizar los objetivos con los que siempre había soñado sino porque la autora está dotada con el regalo de los dioses que consiste en una escritura excelente y una mente afinada. Leyendo a Aina Ramis uno aprende, descubre y se siente llamado a actuar, y a hacerlo con eficiencia. Esta guía práctica del creador musical digital es su primer libro, pero este llega después de una larga práctica en la escritura divulgativa y didáctica: periodista en la prensa diaria y la radio, investigadora de la relación entre música rock y censura durante el franquismo, divulgadora de la cultura digital y la comunicación, estudiosa de la cultura rock contemporánea, y además, música, intérprete y compositora en grupos de rock, ella misma subiendo a escena como instrumentista.
La alianza perfecta de la creatividad y la libertad mediante la música, comunicación e Internet no es una bonita frase sino una posibilidad real en la práctica. La presente obra nos indica cómo ello es posible y Aina Ramis nos explica cómo llevarlo a cabo. Y la lectura de este libro nos hará un poco más libres, y quizás, más creativos.