Hormas, pieles, suelas y colores, unos altos, otros bajos, unos brillantes, otros mate, unos limpios y otros sucios. Todas las formas y colores posibles revisten la estación de Passeig de Gràcia todos los días. No se le presta mucha atención a las cosas volátiles, a lo que pasa desapercibido pero que deja rastro para quienes se encargan de dar brillo y elegancia al lugar.
Esta estación nos conecta a la avenida Passeig de Gràcia, la que en sus calles exhibe las vitrinas de marcas como Jimmy Choo, Christian Loubutin, Gucci, Prada, Armani, Versace, Fendi, Loewe, Bottega Veneta, Chanel, Celine, Burberry; son tan solo algunas de las tiendas más lujosas ubicadas en este lugar. Parece que en aquella gran avenida caminar cuesta. Muchos o pocos cargan el privilegio de llevar unos Spike Sock Donna Sneaker, por 995 €. Ir al paso de los grandes diseñadores, cuesta.
En Passeig de Gràcia hay diferentes movimientos, unos más efímeros que otros, y luego los que se quedan al servicio de aquellos que pasan con sus valiosos pies a comprar, trabajar o viajar. La vida está llena de metáforas. Para unos el que estén sucios puede significar descuido, pero para otros, trabajo y esfuerzo. Pocas veces se piensa que un elemento tan trivial pueda llegar a definir tanto progreso o estatus.
Puntiagudos, de cuerina y color marrón, unos zapatos muy bien combinados para el traje que llevaba. Muy elegante y bien parado se veía Alejandro en la salida del metro. Un catalan alto, esbelto y de cabello castaño claro, que dejaba entrever pulcritud en su forma de vestir. Para él lo más importante es que sus zapatos vayan en función de lo que se ponga para trabajar. Le da gran importancia a los colores de su atuendo, que se vean acordes y no caóticos.
Incluso en sus días de descanso, Alejando sigue un patrón de pulcritud y sobriedad. Para sus días libres prefiere unas Nike clásicas relucientes. “Con los zapatos se puede ver la forma de ser de la gente. Se puede decir mucho si están limpios, si son de marca, si son blancos o negros, si los lleva destrozados o los lleva nuevos, si los cuida..”, inmediatamente aclara que no quiere sonar prejuicioso.
Los zapatos, las bambas, zapatillas, tenis o como se les reconozca en otras latitudes; trascienden de lo material para convertirse en un objeto que va más allá de lo visual y de lo tangible. Parece ser que el peso de la vida lo llevan de manera alegórica aquellos zapatos con los que se decide dar grandes o pequeños pasos, y que sin pensarlo conducen a recorrer y escoger diferentes caminos. Unos llenos de colores vivos y otros un poco más opacos.
Los zapatos, las bambas, zapatillas, tenis o como se les reconozca en otras latitudes; trascienden de lo material para convertirse en un objeto que va más allá de lo visual y de lo tangible. Parece ser que el peso de la vida lo llevan de manera alegórica aquellos zapatos con los que se decide dar grandes o pequeños pasos, y que sin pensarlo conducen a recorrer y escoger diferentes caminos. Unos llenos de colores vivos y otros un poco más opacos.
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Zapatos de servicio al servicio de otros zapatos
Zapatos de trabajo, zapatos de uniforme, zapatos de servicio al servicio de otros zapatos. Elisa llegó a España en el 2000 empujada por la situación económica que atravesaba Ecuador con el cambio de moneda. Los primeros años fueron duros. Vino sola, sin papeles, y dejando atrás a sus dos pequeños hijos. Encontró trabajo a los 3 meses de llegar a Barcelona: “Trabajé de fija, con una familia, cuidando a dos mayores. Ellos me trataron muy bien. Yo estaba asustada […] Iba a la agencia y había chicas que decían que las trataban mal, que no las dejaban comer en la misma mesa, que solo les daban de comer lechuga. Y yo pensaba ¿será verdad?”.
En 2005 se calzó los zapatos de su nuevo empleo en el metro, que inició como una suplencia que luego se extendió por más de 17 años. Los zapatos forman parte de su uniforme de trabajo, un trabajo gracias al cual pudo traer a sus hijos a Barcelona. “Yo estaba y no estaba. Cuando vinieron mis hijos sí me acostumbré de verdad. En el 2006 pude traerlos”, relataba mientras se le llenaban los ojos de lágrimas al recordar los seis años que tuvieron que pasar separados.
Funcionales, sobrios y austeros, los zapatos que limpian comparten espacio con zapatos de gente limpia, según Elisa: “La estación se mantiene bien, en el Pasaje hay otra gente […], a mi me gusta”. Si bien es grande y le implica mayor trabajo, ella dice sentirse más a gusto en esta estación que en otras que considera más sucias.
Historias de zapatos que recorrieron un largo camino y que hoy se cruzan con otros zapatos, más nuevos, más caros, más jóvenes, menos golpeados. Zapatos sin marcas, sin cicatrices, que apenas reparan en los zapatos de servicio a su servicio en la aséptica Estación Passeig de Gracia.
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Costosos zapatos pasajeros
Zapatillas deportivas de lujo esperan en la plataforma del Renfe dentro de la misma estación. Una mujer alta con el cabello prolijo lleva una gafas oscuras que cubren su mirada. Espera el tren y con ella un ramo de rosas amarillas resaltan entre sus brazos, el costo de estas puede variar entre 40€ a 80€. De sus manos cuelgan también un par de bolsas de marca que demuestran que es una pieza que encaja armónicamente en el Passeig.
Su nombre es Angie Omara, su acento portugués se hace notar desde la primera palabra. La razón por la que se encuentra en esta estación es el trabajo, debe visitar a una clienta en Granollers. Hace 20 años se mudó de Brasil a Suecia, dejando su actividad como secretaría ejecutiva para incursionar en un área que siempre amó. Sus estudios como psicóloga y mucha capacitación la convirtieron en una life coach y desde entonces vive viajando por diferentes lugares del mundo para visitar a sus clientes. “Trabajo con las personas que no se sienten bien, las visito y hablo con ellas”, y añade que vive viajando por Europa y que visita Barcelona aproximadamente cada tres meses.
Sus costosas zapatillas le permiten moverse por la estación. Está de tránsito en Passeig, entre Barcelona, Suecia y a donde la lleven sus exclusivos clientes. En dos años, junto a su marido dentista y sus dos pequeñas hijas planean mudarse a Estados Unidos, donde continuará estudiando y capacitándose en el ejercicio de su profesión. Tanto su pareja como ella trabajan en hacer sonreír a las personas, pero cada uno con diferentes métodos y herramientas: la pareja perfecta.
Angie es solo un personaje de paso en la estación, con sus zapatillas encaja plenamente con el ambiente de lujo y comodidades que se encuentra en Passeig de Grácia. Mientras tanto, Elisa, con sus zapatos de trabajo, es un personaje permanente, que muchas veces pasa desapercibido a los ojos de los transeúntes.
Miles de zapatos en un mismo espacio y tiempo se encuentran, se cruzan, pero no se mezclan. Lo de abajo es solo un reflejo de lo de arriba. Jimmy Choo, Christian Loubutin, Gucci, Prada, Armani, Versace, Fendi, Loewe, Bottega Veneta, Chanel, Celine, Burberry. Hambre, trabajo duro, esfuerzo, desarraigo, frustración, horas extra, escasez.