La pandemia mundial causada por la crisis del covid19 ha paralizado por el momento la situación política en la mayoría de países. Siendo uno de los casos más llamativos el del Brexit en Reino Unido. Su aplicación iba a ser inminente en el transcurso de este año, llegando a fijar el primer ministro Boris Johnson el 31 de diciembre como fecha máxima para consolidar su salida de la Unión Europea. Sin embargo, todo lo ocurrido el pasado mes de marzo y el actual mes de abril ha supuesto una paralización prácticamente absoluta de toda actividad política que no sea la que corresponde a centrar todas las fuerzas para hacer frente a la lucha contra el virus.
Entre otras cosas, porque el propio Boris Johnson lo ha sufrido en sus propias carnes. El primer ministro dio positivo en coronavirus y tuvo que ser ingresado y posteriormente trasladado a la UCI al agravarse su estado de salud. Por fortuna, Johnson ha logrado salir de ésta y ya ha regresado al número 10 de Downing Street para proseguir con sus funciones y terminar allí su proceso de recuperación.
Hace un mes debía celebrarse en Londres una ronda de negociaciones entre Reino Unido y la cúpula de la Unión Europea que tuvo que ser aplazada al hallarse varios de sus participantes infectados y otros en cuarentena. También las medidas de control y las restricciones para viajar suponían un inconveniente añadido para que esta reunión se celebrara. Sin embargo, el mismo Boris Johnson aseguraba entonces que la anteriormente mencionada fecha fijada para la salida del Brexit no iba a prorrogarse ni posponerse de ninguna forma.
Sin embargo, esta situación es evidente que no está en manos de Johnson. Ni de él ni de nadie, y es que la evolución de la pandemia es una auténtica incógnita a día de hoy. Nada hace presagiar que en un mes o dos el confinamiento se levante, ni mucho menos que en otoño se pueda retomar la vida normal. El escenario es absolutamente desconocido. Para más inri, el primer ministro británico debe tomar esta decisión de si prorroga o no la salida de la UE antes del próximo mes de junio, en vistas a poder presentar una nueva petición para alargar el plazo al año 2021.
Es a partir de aquí cuando chocan las múltiples políticas y visiones que tienen los partidarios del Brexit entre sí. Los defensores de su aplicación más dura están dispuestos a salir de la UE incluso sin acuerdo comercial, ya que consideran que la dilatación de este proceso podría ser entendido como un síntoma de debilidad o de poca fuerza. No obstante, el principal problema es que con la situación actual es harto complicado que el Reino Unido pueda estar listo para aplicar las nuevas condiciones comerciales, lo que podría llevar a provocar un cisma económico dentro del país.