Los tripulantes de la misión Crew-1 de la Nasa junto con SpaceX. / Fuente: Spacex

Hace poco más de una semana nos dejaba quien fue uno de los tripulantes del Apolo 11, Michael Collins. Una pieza clave de la misión que des del módulo de comando veía como sus compañeros Buzz Aldrin y Neil Amstrong se acercaban a la superficie lunar al ritmo de la ya popular expresión: “Un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad”. Un evento que fue televisado en 1969 por unos 600 millones de personas, al nivel de los grandes eventos que marcaron la historia de la televisión. En Estados Unidos, el invento alcanzaba su momento de máxima expansión y en Europa comenzaba a consolidarse en los hogares.

Kit de prensa de la misión de aterrizaje del Apolo 11. / Fuente: Archivo de El Periódico.

Desde entonces las políticas de las diferentes administraciones dieron un giro de 180 grados a la investigación espacial y la expectación mediática cayó en picado. Medio siglo después parece romperse esta tendencia. Una nueva era en la exploración espacial ha chocado directamente con una batalla entre egos y ambiciones, tal y como explica el periodista del Washington Post, Christian Davenport en ‘Los Señores del Espacio’. Elon Musk, propietario de Tesla, PayPal o SpaceX o Jeff Bezos, hasta hora la mayor fortuna del mundo, propietario de Amazon o de Blue Origin son algunos de los protagonistas de este conflicto.

Algunas de las empresas que competían en el concurso público de la Nasa para la fabricación del módulo lunar para la misión Artemis. Fuente: Vandal Random

“Su carrera a las estrellas no estaba motivada por la guerra o la política, sino por el dinero, el ego y la aventura, por la oportunidad de expandir la humanidad al espacio para siempre”, afirma Davenport. Un concepto que define la situación en la que se encuentra ahora mismo el sector. La nueva era de colaboración público-privada ha abierto los ojos de muchas otras empresas y de un público que parecía haberse diluido en los años.

Ellos también son una parte fundamental para entender la utilización de las redes sociales en la expansión de la información espacial. Las promesas de vuelos suborbitales, de viajes a Marte y de un nuevo aterrizaje sobre la superficie lunar son el caldo de cultivo perfecto para el nacimiento de una nueva expectación, que ha venido para quedarse. Además, los nuevos logros de la NASA y la ESA (Agencia Espacial Europea), en relación con la investigación en Marte han hecho que los informativos vuelvan hacerse eco de las investigaciones. Es el caso del primer vuelo sobre la superficie marciana con el “Ingenuity”.

En Estados Unidos el paradigma empezó a cambiar hace ya poco menos de un lustro con la propuesta del expresidente Donald Trump de volver a la luna. Un objetivo que sigue en pie y para el cual la NASA y la ESA se preparan a través del programa Artemis, plenado para 2024, pero que muy probablemente acabe por posponerse con los cambios en la Agencia Espacial Americana. En este contexto, SpaceX, liderada por Musk, encabeza un número importante de proyectos y cuenta con un número importante de seguidores en las diferentes redes sociales que le garantizan una comunicación directa des de la iniciativa privada. De hecho, lanzamientos con trascendencia relativa como los del proyecto Starlink, suman más de 800.000 visualizaciones, contando con la emisión en directo.

Además de la parte corporativa, las redes sociales ofrecen la posibilidad de interactuar directamente con los protagonistas. En ese sentido, las agencias espaciales ofrecen mediante sus cuentas la posibilidad en ocasiones de participar en directos con algunos de los participantes en diferentes misiones. Aun así, uno de los actores más importantes en esta comunicación es el director de SpaceX, Elon Musk. El ejecutivo cuenta con un número importante de admiradores y detractores. Entre ambos, lo han convertido en uno de los protagonistas de esta nueva etapa aeroespacial. A través de Twitter, consigue generar debates y alcanzar altos niveles de interacción.

En un momento de crisis sanitaria global, cuando parece que la economía ha sufrido uno de los golpes más importantes desde el último siglo, no todos los actores pueden decir lo mismo. Uno de los campos más disputados y con una actividad más intrépida es el aeroespacial. Mientras las economías mundiales se tambaleaban, la NASA y la empresa de Elon Musk, SpaceX, han creado un marco de colaboración que ha llevado al gigante de los cohetes a ser el diseñador del módulo que aterrizará sobre la superficie la lunar el próximo 2024, si no se produce ningún retraso. Aunque de momento, paralizado por los tribunales, parece que la tecnología de SpaceX se postula como la candidata que llevará a los próximos astronautas a la luna.

Página web de Blue Origin en la que los usuarios pueden inscribirse para obtener más información sobre los vuelos en el New Shepard.

Mientras, Blue Origin, la compañía de Jeff Bezos, trabaja en los primeros viajes turísticos al espacio. En concreto, en el cohete New Shepard que pretende proporcionar una experiencia de un vuelo suborbital de unos 10 minutos. Son pasos en direcciones que comparten la visión de un mundo más allá de las fronteras terrestres y que constituye, tal y como indica Christian Davenport “una carrera que iba más allá de sus propias imaginaciones, hasta el fondo del cosmos, hasta un punto en el más allá donde no había línea de meta”. Eso sí, hasta la hora del telediario, los espectadores ya habrán podido ver las misiones. Ya no será un programa especial de televisión, será una carrera retransmitida en directo.

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