Aunque oficialmente el Estado español comandado por Francisco Franco no entra en la II Guerra Mundial, no deja de ser un secreto sus cercanías políticas e ideológicas con el bloque del Eje. El 1940 es un año crucial para el devenir de la Guerra, ya que las tropas alemanas conquistaron la Francia de Vichy. El círculo cercano de Franco lo interpreta como la ocasión perfecta para entrar en el conflicto por las importantes compensaciones económicas que recibiría. Por este motivo, los máximos representantes de Alemania y España se reúnen en Hendaya.
Hitler llega a la estación de Hendaya a las 15:20. No obstante, Franco lo hace con 8 minutos de retraso. El ministro de Asuntos Exteriores alemán, von Ribbentrop, y Hitler lo esperan en el andén. A los dirigentes los acompañaban los ministros de Asuntos Exteriores alemanes y españoles: von Ribbentrop y la mano derecha del Caudillo, Ramón Suñer; así como dos intérpretes.
La reunión entre los dos dirigentes tiene lugar en el vagón de Hitler. Desde un principio, el dirigente alemán quiso dejar claro que él es el “dueño de Europa” y que tiene a su disposición doscientas divisiones, con lo que “no hay más que obedecer”. El objetivo de la reunión era claro: la adhesión de fuerzas españolas al entramado del ejército alemán. El país germano veía clave expulsar cualquier vestigio británico de Gibraltar y del norte de África.
Sin embargo, Franco rechaza otorgar ninguna base en suelo español como vía de tránsito y tampoco brinda facilidades en el asunto de Gibraltar. Por su parte, los alemanes presentaron un protocolo de cooperación en el que no se incluía ninguna de las demandas solicitadas por España.
En cualquier caso, la reunión termina sin que un acuerdo entre ambos dirigentes se llegue a concretar, por lo que España no entra definitivamente en la Segunda Guerra Mundial. No obstante, durante el transcurso restante de la Guerra, España enviaría efectivos militares hacia la Unión Soviética y presos republicanos hacia campos de concentración nazi.