Un mercado, dos tiempos y un espacio

Un lugar donde lo viejo y lo nuevo juegan a ser uno solo

En la rica y diversa Barcelona encontramos el Distrito del Ensanche, uno de los lugares más exclusivos de la ciudad. Allí habitan personas, tiendas, mercados, restaurantes, y diferentes estilos de vida con distintos gustos y necesidades, que, a pesar de sus diferencias no se contraponen. Algunos de rasgos más finos y elegantes, sobrios, prolijos y sin nada fuera de lugar. Y luego, hay otros con un aire más relajado y directo, de esos que les gusta ganar tiempo. Son totalmente diferentes, pero lo cierto es que conviven.

En la esquina de la Calle de Mallorca está el Ninot, un mercado municipal representativo con arquitectura en hierro. Allí lo viejo y lo nuevo juegan a ser uno solo, y no es precisamente por su remodelación. En pleno corazón del mercado Ninot, como si de una metáfora se tratara, se encuentra un Mercadona. Sólo unas escaleras eléctricas conectan lo tradicional con lo moderno.

Slow shopping vs. fast shopping

Hacer las compras en el Mercado del Ninot es una experiencia muy diferente que la de hacerlas en Mercadona. Ascender los peldaños hasta llegar al pulcro mercado, o bajar las escaleras mecánicas hacia el subterráneo Mercadona, puede marcar una verdadera diferencia de clase. Para los comerciantes, es claro que no cualquiera accede al exclusivo Ninot: “Es para un tipo de público medio-alto. Hay otros mercados, que por la ubicación, y la gente que vive en los alrededores, tienen otras calidades, y son otros precios”, explicaba Josep, el responsable del local de frutas y verduras llamado “Luis Macía”. 

Un local de Mercadona se ubica en el subsuelo del Mercado del Ninot

Agrega que es solo para las personas que disponen de mucho tiempo, lo cual para muchos no es algo que abunde actualmente: “tú vienes aquí a comprar y pierdes media mañana comprando. Y el tiempo ahora vale mucho”. Y es que las compras en el mercado son una experiencia no compatible con el ritmo acelerado que manejan la mayoría de los barceloneses en la actualidad. “Sí que es cierto que por comodidad, entras en una gran superficie, compras y solamente haces una cola para pagar. Pero el producto fresco que da el mercado y las calidades nunca son las mismas”, resalta el comerciante.

Algunos clientes, se animan a ascender de vez en cuando, solamente para adquirir aquellos productos que no encuentran en Mercadona. Es el caso de Verlis Flores, una inmigrante venezolana que se aventura al Ninot de vez en cuando para comprar las frutas latinas que allí venden como exóticas: “Si quiero productos que no son muy frecuentes, como productos latinos, los puedo conseguir mejor en el mercado. Por ejemplo, plátano macho maduro, yuca, papaya, sandía, cosas así. Y frutas no de temporada, que obviamente son más costosas arriba”.

Vecinos del barrio reciben el consejo de los comerciantes del Ninot

Entre los diferenciales del Mercado del Ninot, los comerciantes reconocen el servicio personalizado que brindan a los clientes: “Tu puedes venir aquí sin idea de qué hacer para comer y sales con un plato, ya sabes que cocinar… Es diferente el trato, es la manera de tratar a la gente, aquí está el contacto directo con la persona. Yo te puedo aconsejar, allí [en Mercadona] tu vas y lo coges, empaquetado o suelto, pero toca despabilarse”, cuenta al respecto María del Carmen, una de las dueñas del local MSN de frutas y verduras. Sin dudas, el público del Ninot valora el servicio del personal de los comercios, así como también las otras comodidades que ofrece el mercado: “las instalaciones son cómodas, tiene el parking debajo, pasillos muy anchos”, agrega Josep sobre este punto.

La estética es un punto fuerte del Ninot, que sin dudas lo diferencia de su vecino del piso de abajo: “Ordenamos por zona de fruta y de verdura. Y luego jugamos con los colores, para que resalten”, mencionaba Josep mientras señala los escaparates repletos de los coloridos alimentos. Al orden por especie y color, María del Carmen agregaba un nuevo elemento, la iluminación: “Intentamos que los colores queden bien y sean atractivos, también influyen las luces. Si tu pones luz blanca o roja, hace que los productos se vean más pálidos,  pero sí en cambio pones luz amarilla resalta el rojo, es estratégico”.

Frutas y verduras se exhiben cuidadosamente ordenadas en el Ninot

El estilo del Mercadona parece el más adaptado a la era de la velocidad y el individualismo: jóvenes -y no tan jóvenes- que llenan sus bolsas y se marchan, apenas cruzando palabra con los cajeros para señalar el medio de pago que prefieren. Mientras que el Ninot representa un estilo de consumo que cada vez parece más cerca de la extinción, aunque la mirada de Josep sea esperanzadora en este sentido: “Mercadona tiene otras calidades, que no tocan nuestros productos. Entonces no es competencia. Yo diría, incluso, que nos beneficia, porque crea un flujo de gente.”

Modernidad que avasalla

La modernidad parece ser avasallante, ha invadido y transformado espacios para simplificar la vida, los procesos e incluso para tener mejores resultados. El Ninot es reflejo de esta era que ha colonizado espacios tradicionales para “compartirlos” y beneficiar a este antiguo lugar de intercambio que alimenta a la ciudad.

Los clientes llenan sus carros con velocidad por los pasillos de Mercadona

En mayo de 2015, la cadena de distribución Mercadona inauguró su sede en el Ninot. Y si bien comentan algunos de los comerciantes que no lo ven como una competencia, sino como una ventaja para atraer a las personas a sus puestos, es inevitable preguntarse si en algún momento la modernidad terminará absorbiendo a lo tradicional.

El Ninot no es el único mercado de los viejos tiempos que comparte su espacio con esta importante cadena, ocurre también con otros como el Mercat de Sants o el Mercat de Poblenou. Sin embargo, todas las convivencias no han sido tan amigables. En julio de 2019, el Ayuntamiento de Ripollet intentó, sin éxito, acabar con la concesión del Mercadona mucho antes de su plazo pactado, argumentando que, al encontrarse ubicado al lado del Mercado Municipal, afectaba el desarrollo del comercio local. 

Aunque algunos comerciantes se mantienen optimistas respecto de la simbiosis que implica la presencia de un supermercado tan próximo, experiencias como las del Ripollet ponen en duda la supervivencia de los mercados tradicionales. Solo el tiempo dirá si el slow shopping sobrevivirá al fast shopping.

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